Los duendes de Germán y Alejandra

Por Mayrin Moreno Macías

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Si los miras, sonríen. Con sus narices largas y sus orejas puntiagudas siempre andan risueños o cantando o tocando un instrumento. Así son los duendes de Germán Castillo y Alejandra Torres, poseen un “no sé qué” que cautiva. “Un duendecito en casa es una linda compañía. Muchos los tienen entre las plantas, algunos dentro del hogar para que los ayuden en sus labores y otros los llenan de moneditas y caramelos. Lo importante es que siempre haya un intercambio de energía, porque eso es lo que somos, ¡ENERGÍA!”, dice Germán.

Explica que los asocian con algo malo por desconocimiento. “Los duendes son seres elementales. Son protectores de esos cuatro elementos de nuestra amada naturaleza. Mantienen un equilibrio entre las personas y la Pachamama. A diferencia de las personas, no se rigen por parámetros buenos ni malos, sino por parámetros naturales. La naturaleza nos brinda todo lo bello que nos rodea y los duendes son nuestros amigos cotidianos que nos dan un equilibrio energético para que siempre estemos atentos a proteger el  ambiente”.

Extrañar la feria

Hace casi 10 años que Germán y Alejandra descubrieron el mundo de las artesanías y los duendes. Tienen un puesto en la Feria de Artesanos de la plaza Francia. Gracias a este oficio, el universo les brindó amigos y experiencias que les llenan el corazón día a día. Aunque es una forma de vida que exige esfuerzo y dedicación, han tenido gratas recompensas: disfrutan de trabajar en casa y de acompañar a sus hijos Ciro y Simón.

Desde que empezó la pandemia, su trabajo se interrumpió. Germán extraña muchísimo la feria. “Además de llevar una moneda a la casa, ahí nos vemos con amigos, se comparten lindas charlas, risas, mates y siempre estás aprendiendo. Allí está la magia de los artesanos. Ojalá que pronto pase todo esto porque necesitamos laburar, del turismo y de los paseos familiares… Ellos son los que dan vida a las ferias. Mientras tanto habrá que aguantar como se pueda”, dice Germán.