Por Martín Rusca.- Eran las 10 y 22 de la noche, lo recuerdo por esa manía que tengo de fijarme en estúpidas casualidades. Estaba paseando en mis pensamientos sin un destino fijo cuando lo escuché por primera vez. Era un sonido envolvente pero lejano, profundo, como el bramido de un arroyo, turbulento, pero con cierto ritmo. Venía desde dentro de mi casa, de eso estaba seguro.
Seguí el sonido hasta un rincón de la planta alta, un espacio vacío. Acerque el oído al piso, porque el ruido parecía el fluir de un desagüe. Pero mientras me agachaba, el sonido se alejaba. Luego pensé que podía venir del interior de los muros, algún caño de agua podría ser. Pero no había sonido alguno en ninguno de los dos, estaba confundido. Por último, el techo entregó los mismos resultados. El sonido parecía emanar del espacio mismo. Era una sensacion extraña la de escuchar algo que no era provocado por nada. Se parecía al sabor en la boca de una cena que no había sucedido… Continúa leyendo Ese soy yo en el rincón