Por Mariano Lázaro.- El 25 de noviembre de 1970, Yukio Mishima, junto a cuatro seguidores, tomó como rehén al comandante del cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa de Japón con el objetivo de incentivar a sus compatriotas a restaurar la antigua constitución del país. Tras dar un discurso que resultó un fracaso, el escritor procedió a realizar una antigua tradición japonesa llamada seppuku. Las manos de Mishima guiaron el filo de una daga hasta su abdomen y rasgaron la carne de izquierda a derecha hasta expulsar los intestinos. Uno de sus compañeros, para terminar con el sufrimiento, dejó caer su sable repetidas veces sobre el cuello del escritor hasta decapitarlo, acabando de esta manera con el suicidio ritual. Durante su primer año como estudiante en el Smith College, Sylvia Plath realizó su primer intento de suicidio, lo que le valió la internación en un instituto psiquiátrico y reiterados tratamientos con electrochoques. Esto la marcó de por vida, hasta que finalmente consiguió suicidarse en 1963 inhalando gas. Pizarnik ingirió una peligrosa sobredosis de Seconal, tras escribir en su pizarra “no quiero ir, nada más, que hasta el fondo”. Woolf se sumergió en el río Ouse con los bolsillos de su abrigo repletos de piedras; Hemingway se pegó un tiro… Continúa leyendo La internación de Plath, las pastillas de Pizarnik…