Los hermanos Pincheira sembraron terror en el Sur mendocino

Por María Elena Izuel

En Malargüe existe un lugar de gran belleza, comparable en sus formas a una construcción medieval, una formación rocosa labrada por la naturaleza de tal forma que le ha conferido el aspecto de un castillo, que lleva un nombre que se hizo tristemente célebre en todo el Sur mendocino: Castillos de Pincheira.

Este hermoso sitio se encuentra en la confluencia de los arroyos Pincheira y Negro, que dan origen al río Malargüe, que corre a los pies de esta formación natural. Para cruzarlo se ha tendido un puente colgante; las paredes rocosas parecen cortadas a pique, a las que solo se puede acceder por dos lugares muy estrechos, pasando una persona por vez. 

Así describe Narciso Sosa Morales este sitio: “[…] subiendo paulatinamente por una pendiente, se llega a una meseta, completamente llana, con una superficie de 2 ha., con murallas cortadas a pique, la que únicamente es accesible por dos partes a pie solamente y en forma dificultosa a lo que agrégase la estrechez de su entrada que solo permite dar paso a una persona por vez.

En el bajo y bordeando parte de esta ciudadela natural hállanse corrales […]. A la margen izquierda del arroyo Pincheira existen varias cuevas muy próximas al lugar de mención con caracteres de haber sido habitadas […]”.

Los Castillos de Pincheira guardan entre sus rocas antiguas historias de bandidos y de tráfico de mercadería, muchas de ellas verdaderas y otras solo mitos y leyendas, nacidos con el correr de los años.

El origen de su nombre proviene del siglo XIX, exactamente de 1818, cuando luego de la batalla de Maipú –con la que San Martín derrotó definitivamente a los realistas y selló la independencia de Chile– muchos oficiales españoles, entre los que se encontraban los hermanos Pincheira: Antonio, Pablo, José Antonio y Santos, y sus hermanas Rosario y Teresa, debieron huir de Chile y se instalaron en este paraje rocoso de la zona de Malargüe. Allí hallaron un refugio natural que utilizaron para ocultarse, después de atacar estancias y poblados, con el producto de sus robos, especialmente ganado. En la zona se conservan restos de corrales donde guardaban los vacunos que luego vendían en Chile.

Llegaron acompañados de unos trescientos bandidos y se les unieron algunas tribus indígenas. Durante 12 años corrieron sobre campos chilenos y argentinos, en especial mendocinos, sembrando muerte y destrucción.

pincheira

Debido a las guerras civiles desatadas en nuestra patria, la mayoría de los fuertes habían quedado desguarnecidos, pues los soldados marchaban a luchar. Muchas tribus pacíficas engrosaron las filas de los Pincheira, que tuvieron bajo su dominio todo el Sur de la provincia, y en ocasiones incursionaron hasta las fronteras de San Luis, Córdoba, Buenos Aires y poblaciones chilenas.

En 1822 el comandante del fuerte de San Rafael, Manuel López, hizo llegar a las autoridades de Mendoza una comunicación en la que informaba el cacique Vicente Goico, siempre fiel a las autoridades, que se estaba preparando una gran invasión. Estas noticias se repitieron y preocuparon tanto a Mendoza como a Buenos Aires, pues se hablaba de una fuerza de diez mil hombres, cifra a la que era imposible hacerle frente. Estas noticias fueron recibidas como negros presagios por los pobladores, pero por suerte los datos eran exagerados y la invasión no se produjo.

En 1828 el Gobierno de Mendoza decidió encargarse de la defensa del territorio ante los ataques y designó comandante de la frontera al general José Félix Aldao, más conocido como el fraile general, el cura soldado, quien comenzó su actuación militar en la campaña libertadora, olvidándose en muchas ocasiones de su misión espiritual para empuñar la espada, siendo censurado por el general San Martín. A partir de ese momento las armas fueron su vida. Pertenecía a una conocida familia mendocina que siempre estuvo en contacto con la frontera Sur.

El atrevimiento de los Pincheira los llevó hasta las cercanías de la Ciudad de Mendoza, Aldao fue llamado urgentemente y decidió enfrentarlos. Se encontraron en el campo de Las Aucas, situado 20 kilómetros al oeste del Puente de las Jaulas, en el Diamante Superior, y pese a que triplicaban en número a las fuerzas de Aldao, la horda de los Pincheira fue derrotada, mereciendo los vencedores una medalla que contenía esta leyenda: “A los vencedores de los Aucas, Mza. 1828”.

En esta lucha murió el cacique Vicente Goico, quien combatía al lado de las fuerzas leales. Era ahijado del general Aldao.

Pero, de modo inexplicable, seguramente por los problemas suscitados por la guerra civil, el Gobierno de Mendoza decidió pactar con el jefe de los Pincheira: José Antonio. Se suscribió un tratado por el cual el cabecilla obtenía el grado de coronel y comandante general de la frontera del Sur, quedando en sus manos la defensa de la frontera.

Sobrevino entonces un período de paz relativa, que no duró mucho, pues en poco tiempo volvieron a recrudecer los ataques.

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