«La argentinidad al palo»

Carolina Elwart
Leandro Ubilla
José Luis Morales

La identidad: elemento fundamental para la vida en sociedad. Somos seres sociales, vivimos en comunidades y por ende necesitamos de los otros para existir. Nos identificamos por diferentes motivos con ellos y así comenzamos a formar parte de colectivos sociales que mantienen un patrón común, material o simbólico, y que nos apuntalan en nuestras vidas cotidianas.

Las identidades son muchas y variadas que, como mamushkas rusas, se insertan una dentro de otras. Una de ellas es la que engloba el todo, el universal: la identidad argentina.

La primera vez que se planteó el problema de la identidad argentina fue a finales del siglo XIX, en la república oligárquica de Roca, Juárez Celman y Pellegrini, cuando estos señores de frac que gobernaban el país afrancesadamente decidieron que la argentinidad refería pura y exclusivamente a ellos. Sujetos europeizados, de tez blanca, buenos modales y correcto andar, al frente de una democracia que, entre fraudes y violencia institucional, les otorgaba legitimidad.

Ellos, los dueños del Estado y la tierra en la argentina agroexportadora. Llamativamente el país poseía porcentajes muy elevados de inmigrantes, italianos, españoles, rusos, polacos, franceses, que además de ninguneados, eran maltratados y reprimidos. La argentinidad se les negó a ellos y a sus hijos, se le negó al pueblo, a las clases bajas, por ser bajos sus placeres, sus instintos, su formación y su forma de vida.

Esa identidad sedimentada a través del tiempo en la memoria colectiva de la Argentina se configuró solo como un aspecto positivo de la sociedad agroexportadora, negando sus contradicciones, sus bajos instintos y sus pulsiones. Bersuit Vergarabat vienen a pintar un fresco de esas contradicciones e incorporar un poco de negrura y mestizaje a una argentinidad que se construye y reconstruye incesantemente.

argentinidad

La primera estrofa nos sumerge en una serie de enumeraciones sobre inventos o ingenios argentinos, cosas por las que los argentinos podemos ser reconocidos o con las que nos sentimos identificados, por ejemplo, la birome o el 6 a 0  a Perú en el Mundial ’78, que nos trajo triunfo futbolístico pero dudas en la motivación de Perú durante esa derrota.

Menciona al Obelisco, símbolo fálico, y a algunos deportes en los que somos reconocidos o nos creemos mejores que otros. Después aparece algo llamativo que merece ser destacado: “Locatti, Barreda / Monzón y Cordera / también, matan por amor”. Aparecen tres hombres condenados de violencia de género, dos de ellos culpables de femicidios, figura jurídica que aún no existía. Cordera se incluye como quien “mata por amor”, frases naturalizadas en micromachismos. Los tiempos actuales demuestran que las mujeres no morimos de amor. En 2004 esta frase se entenderá en el modo de actuar de Cordera, que deberá suspender recitales y giras por sus dichos violentos hacia las mujeres.

“Tanos, gallegos, judíos / criollos, polacos, indios, negros / cabecitas… pero con pedigree francés”. La famosa mixtura argentina o, como se lo llamó en algún momento, el “crisol de razas”, siempre encabezada por la idea de Sarmiento de traer gente de Europa para poblar la Argentina.  Siempre se prefiere ser descendiente de italianos o españoles pero nunca de aborígenes, como si fueran antepasados de menor categoría.

“Diseminados, y en franca expansión”: hace referencia al exilio masivo que desde 2001 se fue haciendo hacia destinos más favorables desde lo económico, aunque se tuviera que aguantar el ostracismo y ser un sudaca pobre buscando asilo.

Frases célebres en un resumen de la historia de los últimos años, a modo de titulares en la voz de los canillitas: «Galtieri y ‘los estamos esperando'», «Más desnutridos» en el «granero del mundo», excusa de país productor para que otros le agreguen valor y se lleven la mejor tajada de la torta, contaminando  nuestra tierra con agroquímicos.

“Cayó la Fundación Padre Bufarra”, un programa de televisión transmite en vivo la fuga del sacerdote Grassi acusado de pedofilia… “También Menem y su primer inmundo / Cavallo y sus lágrimas de cocodrilo”: la falsa vida de los ’90 que tanta letra nos da, el ministro de Economía que lloraba frente a Norma Pla mientras les quitaba la dignidad a los jubilados, y no sería el último ni único en hacerlo.

“Encontraron al muñeco de Yabrán / con un tiro en la cabeza”: el empresario que nadie conocía hasta que lo fotografió Cabezas y eso le costó la vida. Nunca se pudo identificar fehacientemente a Yabrán porque el disparo en la cabeza lo desfiguró… otro misterio argento.

“Como el tiro en el corazón / de Favaloro”: otra vez esta referencia que nos llena de dolor y nos muestra las ironías de una Argentina que premia a los viles y condena a los héroes.

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