Cultura en negro: artistas exigen un ministerio propio, políticas coherentes y transparencia

Por Mayrin Moreno Macías

El pasado 18 de agosto se realizó una intervención en el edificio del ex Banco Hipotecario, oficina del Ministerio de Cultura y Turismo. Integrantes de la Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras de las Artes Visuales de Mendoza cubrieron con bolsas negras las letras gigantes y coloridas de “CULTURA” y con megáfono en mano leyeron la última carta que presentaron. Pidieron, entre otras cosas, que los puestos de trabajo de Cultura sean ocupados por personas idóneas y la separación del Ministerio de Cultura y Turismo.

―Esta carta es una más de las muchas que hemos presentado este año, y que siguen sin respuesta, en las que hemos solicitado un informe detallado de la gestión, incluyendo las licitaciones poco transparentes de los cafés, un listado de quienes integran todos los puestos de Cultura, la reapertura de convocatorias, salones, del Fondo Provincial de la Cultura, entre otras demandas ―dice Mariel Matoz, artista visual y escritora, quien integra la Asamblea y también la red de Artistas Visuales Autoconvocades Argentina (AVAA).

Un gran cuerpo colectivo

Estas peticiones las acompañan a través de microvideos en los que se han sumado cientos de compañeros y compañeras del Arte, no solo de Mendoza, sino de distintas partes de Argentina, de países vecinos, así como artistas de otros lenguajes. Mariela Scafati, al finalizar sus 30 segundos en video, anuncia: «Sepan que hay un país viendo lo que está sucediendo en Mendoza».

―Esto da cuenta no solo de la importancia de nuestra lucha y resistencia, sino de la fortaleza de las redes de apoyo que se están tejiendo a nivel federal. Pensamos que esta enorme participación ha tenido mucho eco también porque este tipo de gestiones de Cultura abocadas al Turismo y al entretenimiento o a las «industrias culturales» son una constante en muchos territorios del país ―dice Mariel.

―A su parecer, ¿cómo es entendido actualmente el sector cultural en la provincia? ¿Qué ha pasado estos últimos años? ¿Cómo evalúan la actual gestión?

―Las gestiones de Cultura siempre dejan mucho qué desear. Como bien sabemos, muchas veces quienes están a cargo de ellas ocupan su puesto para avanzar en la carrera política dentro de los partidos. En los últimos años hemos visto cómo se han desmantelado enormemente los espacios y ha habido una gran ausencia de políticas culturales, al punto que muchos espacios tuvieron que cerrar porque se venían literalmente abajo. Hemos sido testigxs de incendios, accidentes, inundaciones, rajaduras, robos, vaciamientos y mucho más. Hemos tenido que esperar a que estos espacios sean restaurados y que reabran, pero muchos de ellos lo han hecho en condiciones institucionales similares a las de su cierre, o en algunos casos en peores condiciones. El tipo de gestión de la ministra Juri, fuertemente centralista y con direcciones a cargo de tres o cuatro personas, demasiado generales e inespecíficas, abarcando todos los espacios culturales y los sectores de la cultura, hace que estos espacios se encuentren acéfalos y les sea casi imposible construir una arquitectura u organigrama que pueda seguir un proyecto institucional claro y específico para cada espacio (no puede operar de la misma forma un museo con una colección propia que una sala o un centro cultural) y que pueda construir cultura a largo o mediano plazo. Sumado a esto, vemos una creciente tendencia a una privatización o favorecimiento de los privados, cediendo lugares de los espacios públicos y patrimoniales por unos pesos, como ha sucedido en esta urgencia de brindar «experiencias gastronómicas», es decir cafés, en los museos. Esto complejiza mucho la situación porque ya tenemos un presupuesto acotado, que se lo lleva casi completamente Vendimia y ahora el fomento está puesto en estas aperturas a los privados. Parecen estar muy preocupados por la cantidad de gente que visita los museos, pero no generan políticas que hagan que estos espacios desarrollen sus funciones mínimas como programas para sus públicos, exhibición del acervo, formación, investigación, conservación, etc., funciones que hacen que los espacios se reactiven y sean ampliamente visitados. Y como siempre la gestión de la cultura provincial está concentrada en el Gran Mendoza, manteniendo la desigualdad del acceso y la producción de cultura, aumentando la enorme brecha territorial y haciendo nada para vincular las escenas culturales entre los departamentos. El sector de las Artes Visuales de Mendoza, por su parte, es muy amplio y diverso, fuertemente autogestivo, está muy profesionalizado, cada vez más conectado con distintas escenas del país y está creciendo como un gran cuerpo colectivo.

―En medio de la pandemia, ¿qué transformaciones vive el sector?

―Durante la pandemia, como en muchos otros aspectos, quedaron a la vista dos temas importantísimos con respecto a la Cultura. Por un lado, ante el encierro y la imposibilidad de encuentro (sumado al exceso o la falta de trabajo), los productos y las expresiones culturales pasaron a tener un lugar central no solo para poder tolerar la angustia y el miedo sino también para poder pensar y repensar el mundo frente a la incertidumbre de un colapso global. Por otro lado, quedó desnuda la precarización laboral de lxs trabajadorxs de la Cultura: en nuestro sector particularmente todavía hay muchos trabajos que no perciben remuneración por no estar regulados o porque son menospreciados y la mayoría de lxs trabajadorxs vive a base de eventos, ferias y de la docencia independiente, todas actividades que quedaron en suspenso y sin ningún tipo de resguardo por parte del Gobierno. Algunas municipalidades ofrecieron algunos bolsones de alimento que la Asamblea se encargó de repartir, porque no saben quiénes trabajan en el sector. La Asamblea no solo hizo de nexo, sino que repuso y multiplicó estas ayudas (a través de donaciones y un sorteo de muchas obras), ayudando a más de 100 colegas no solo económicamente sino también psicológica y afectivamente.

Luchas

Desde el año 2020, la Asamblea empezó a reunirse de manera frecuente y ahora desde la virtualidad con el fin de ayudar a las y los numerosos colegas que estaban en emergencia económica. Sin embargo, esta Asamblea tiene una larga historia que puede remontarse a por lo menos 12 años atrás, con distintos nombres y conformaciones, y que siempre ha sido un espacio similar donde lxs artistas y lxs trabajadorxs de las Artes Visuales se encuentran para luchar contra su precarización laboral, por los derechos del sector, por las condiciones de los espacios dedicados a las artes visuales y por políticas culturales reales e inclusivas.

―¿Por dónde pasa en la actualidad la legitimación del arte en la provincia?

La legitimación de lxs artistas y trabajadorxs de las Artes Visuales de la Provincia sigue realizándose entre colegas, y en relación a los grandes centros de producción como Buenos Aires. Los espacios locales que tendrían, entre otras funciones, esta tarea de legitimación, apenas comprenden estos regímenes de visibilidad. Un ejemplo sencillo es lo que sucedió en el Museo Carlos Alonso-Mansión Stoppel con la muestra de Carlos Ercoli, donde si bien se realiza una retrospectiva y homenaje, no se presta importancia a exhibir parte de sus obras en el sector café (Broda) sin las condiciones necesarias de exhibición (epígrafes, iluminación, distancia, resguardo). Entonces el museo ofrece un doble discurso, poniendo en valor algunas obras y descuidando otras como mera decoración. Esto es una constante en la gran mayoría de los museos y espacios provinciales, que por ejemplo no cuentan con un archivo o memoria institucional, no investigan o exhiben sus patrimonios, entre muchas otras funciones que descuidan. Muchxs artistas deciden emigrar a lugares donde haya mayor oferta de circulación, muchxs ocupaciones quedan sin desarrollo como la curaduría o la investigación, muchxs dejan de producir tanto obras como textos o experiencias por falta de presupuesto o de oportunidades. La visita a estos espacios es un número más dentro de la cifra de Turismo equiparable a la gastronomía, dejando de lado los aspectos más importantes de la cultura: la producción de conocimiento, la experiencia artística, la educación, la construcción política o de lo político. Lxs ciudadanxs mendocinxs conocen poco su cultura y su patrimonio y mucho menos de la historia del arte mendocino porque hay realmente muy pocas políticas que construyan memoria e historia y alberguen y fomenten las expresiones contemporáneas.

―¿Cuáles son las necesidades específicas del sector?

―El sector, como dije anteriormente, es muy amplio y diverso. Conviven en él prácticas tradicionales y contemporáneas, disciplinas de todo tipo, formas de entender las artes visuales y plásticas muy distintas. Pero más allá de todas estas diferencias y particularidades, es un sector que trabaja, produce contenido simbólico y material, y que debe ser reconocido como tal. Por el momento luchamos por las cosas básicas, tenemos un Tarifario de Artes Visuales que, junto a otros tarifarios, buscan regular el trabajo visual más allá de la vieja idea de la «venta de obra», poniendo en valor los distintos trabajos que genera la producción de exposiciones, que para Cultura de la provincia todavía llena una agenda mes a mes de forma gratuita, mientras se les paga un caché a lxs músicxs dentro incluso de los mismos espacios de artes visuales. También estamos persiguiendo proyectos más grandes como un Instituto Nacional de Artes Visuales, que podría brindarnos los derechos laborales básicos como obra social, jubilación, facturación, etc. Pero a nivel local una de las cosas prioritarias son las políticas culturales reales, que generen puestos de trabajo en los espacios y museos de artes visuales, que generen programas y fomenten proyectos para la producción, difusión, experimentación, investigación formal e independiente, formación, etc. Si los espacios y museos funcionaran correctamente, si Cultura invirtiera en la producción de la cultura provincial, el sector de las artes visuales se potenciaría y generaría también no solo más públicos, sino también más zonas de vinculación productiva, vinculando con los espacios autogestivos y los privados; y potenciando también la educación y la participación y transformación ciudadana. En un mundo altamente mediatizado, donde el consumo de imágenes, palabras y sonidos a través de productos culturales en las redes y en la televisión ocupando de sobremanera la vida cotidiana, las artes son una herramienta indispensable para vivir el día a día con autonomía y consciencia social.

―¿Hoy se podría justificar algún proyecto sin una consideración colectiva, perspectiva de género y sostenibilidad?

―Definitivamente no. Y creo que los espacios de construcción y organización política autoconvocados e independientes, en nuestro caso la Asamblea de Trabajadorxs de las Artes Visuales de Mendoza, son la prueba de que es posible pensar la vida y la política de formas más horizontales, más justas y ecológicas. Cuesta muchísimo construir estos espacios, sin duda, y sobre todo deconstruir y desarmar las viejas lógicas patriarcales, individuales y verticalistas, la desconfianza; y paliar los grandes problemas de comunicación que se han agravado con la inmediatez del mundo virtual. Pero hay mucho trabajo hecho, mucho camino recorrido, como las luchas políticas feministas y LGBTTTI+, las luchas populares de los sectores más vulnerables y pisoteados, que han abierto nuevos horizontes para pensar la vida en comunidad. Poco a poco la sociedad va haciéndose eco y adquiriendo herramientas de estas luchas para construir socialmente un mundo más justo. Falta todavía que las instituciones y los gobiernos se abran a estas transformaciones y construyan espacios para repensarse.

Dar la cara

Mariel cuenta que seguirán batallando discursiva y visualmente, juntando firmas, insistiendo al Ministerio hasta que respondan por lo menos de forma burocrática a sus pedidos y que se tomen el trabajo de «dar la cara» e informar cómo ha sido su gestión. «Algo mínimo dentro de sus funciones», agrega.

―Seguimos sumando colegas y trabajando en conjunto con otras agrupaciones independientes de la Danza, Letras, Teatro, Música, y estamos terminando un relevo de espacios culturales independientes de toda la provincia. Tenemos planeado un Foro del Salón Vendimia para abrir un espacio de discusión y reflexión sobre todos los temas que desprende este concurso, la adquisición de obras al patrimonio provincial, qué pasa con ellas después, etc.; y una actividad en la Semana de las Artes de la FAD, Uncuyo donde queremos difundir las herramientas que tenemos como trabajadorxs como el Tarifario, y comenzar a realizar un mapeo colectivo y afectivo no solo de las crisis y los reclamos sino también de los espacios de encuentro, en el tiempo y en todo el territorio, a plasmar una memoria de organización y lucha en las artes visuales de Mendoza.