
Huellas en el chaquiñán
Por María del Carmen Garcés.- Los rostros habían adquirido una expresión de plenitud desconocida: finalmente tenían un objetivo que cumplir. El cura del pueblo marchaba unos pasos adelante. Con la cruz en alto, caminaba con firmeza, como aquellos héroes de epopeya que dirigían a guerreros sedientos de gloria y de sangre.
«¡Santa virgen del Quinche, ruega por nosotros!», repetía una anciana que con la noticia se había curado milagrosamente de su postración, y ahora caminaba al ritmo de todos.
«Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre…», rezaba otra mujer. Y todas repetían la plegaria: «Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre…». Los perros lanzaban horribles aullidos y los vecinos retrasados salían apresurados de sus casas para unirse a aquel cortejo… Continúa leyendo Huellas en el chaquiñán