Por Carolina Elwart
Leandro Ubilla
José Luis Morales
Las Pastillas del Abuelo, una banda que trajo la literatura nuevamente a las letras del rock: el recitado de poesía, las intertextualidades de nuevo toman lugar en la escena rockera.
El título es una referencia directa a la obra de Henry James. Nos sumerge en un mundo literario.
La letra comienza haciendo referencia a la eterna lucha con el tiempo, vivir con el reloj en la mano, cumpliendo horarios y siguiendo la rutina diaria y temporal.
“Y queda una vuelta de tuerca más,/puede que un tanto lo efímero/sea cuestión de practicar/efímero para mí lo que para otro un sueño”. Hay en el segundo verso una licencia poética en la pronunciación que es una marca de la canción y otro juego literario: la palabra efímero es crucial. Lo breve, el suspiro de la vida. Para otro puede ser un sueño. Borges decía que no somos más que el sueño de un dios.
“Y morirá así mi querido mister Hyde/y triunfará Sherlock Holmes,/metiéndome la desgracia donde/Papillón guardaba plata.” Y así la literatura nos lleva por distintos caminos, por personajes y mundos que modifican nuestra realidad y donde los metemos la desgracia en lo más recóndito de nuestra humanidad.
El viento trae una frase ideal, una brisa, un susurro que le trae el mejor verso y si se equivoca nada es fatal porque siempre hay una vuelta de tuerca, siempre hay una salida extra, distinta.
“Tener de amigos a mis hermanos,/tener de hermanos a mis amigos,/saber que el pasado nunca es en vano/y que nunca, nunca me faltó un ombligo.” Una suerte que a veces da la vida, amigos y hermanos, el pasado que siempre nos marca el futuro y el ombligo que nos marca el centro, nuestro eje.
“Haberme querido ir al norte/y toparme con el cielo,/encontrarle el sabor a la derrota.” Hermosa metáfora que mezcla lo geográfico con lo esperado en una especie de paraíso siempre señalado como el cielo. La metáfora del norte como lo que nos señala la brújula para orientarnos. Y el sabor de la derrota, en un país triunfalista y exitista que hace del éxito muchas veces vano un fin sin importar los medios. No es para nada fácil encontrarle el sabor a la derrota y menos comprenderla y no avergonzarse o sentirse mal por ello.
Después con una metáfora deportiva y mitológica nos señala la importancia de la lucha, de patear siempre primero y de pelearle al diablo aunque vayamos a perder. Dicen por ahí que la lucha del ser humano está perdida de antemano: peleamos con la muerte todos los días sabiendo que vamos a perder igual, pero la lucha no se abandona nunca.
