Edmundo Benavídez: «Es una historia que se escribió con sangre»

Fotos: Mayrin Moreno Macías y Bautista Franco

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El 2 de abril nos trae recuerdos que nos marcaron la vida. En nuestra memoria, en nuestra retina, siempre quedan esos momentos, a veces borrosos. Son difíciles de olvidar. Recordamos profundamente a aquellos que no volvieron y que sellaron la historia argentina. Yo, Edmundo Benavídez, fui soldado conscripto. En aquella época tenía 19, era infante de marina del Batallón 3, pertenecía a la compañía Hacha. Era jefe del segundo pelotón del segundo grupo de la segunda sección. Viví toda la guerra.

En ese tiempo supimos estar unidos. Éramos soldados de provincias diferentes y a la hora de combatir no había diferencias de clase ni de ningún tipo. Éramos hermanos. También hubo muchos momentos en los que corrimos peligro. Siempre agradezco a Dios haber vuelto. Combatimos contras las SAS, las fuerzas especiales de los ingleses, la balacera fue tan grande que los ruidos, los gritos, me hicieron darme cuenta de que debería haber madurado antes, de que no era una simple rutina de un soldado haciendo fajina, ahí entendí que estábamos realmente en una guerra, las municiones pasaban cerca de nosotros, fueron momentos muy duros.

Estando prisionero me costó mucho aceptarlo. Como soldados, nos enseñaban que rendirnos no era algo que debía estar en nuestros pensamientos, las exigencias en el momento fueron así, fue traumático, pero nosotros no nos rendimos. Borbón fue el lugar que no se rindió, nos ultimaron, nos dijeron que no había ninguna posibilidad para seguir combatiendo y nos rendimos prácticamente al día siguiente, pensaban que eran fuerzas especiales, que ya se había rendido Puerto Argentino, y por eso nos tuvieron un mes como prisioneros, y éramos simplemente soldados conscriptos.

Cuando uno está prisionero, ve la miseria humana, las reglas las ponían ellos, eran muy traumáticas, psicológicamente nos ninguneaban, fue algo terrible ser prisionero, pasamos 15 días en un frigorífico con mucha gente herida y no se podía hacer nada, y como en una guerra vale todo… Luego que interviene la Cruz Roja Internacional, cambia un poco la situación, porque se pudo atender a los heridos, nos costó vivir el dolor del compañero herido sin poder ayudarlo, porque así eran las formas.

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Desde que volvimos, todavía el Estado argentino no nos ha hecho una junta médica, nos sentimos abandonados, desamparados, esperando que nuestra fuerza nos llame para hacer una junta médica. El Estado o los gobernantes siempre se han tirado la pelota unos a otros y han pasado 39 años y no tenemos siquiera una junta médica. Los compañeros que volvieron con la esperanza de haber hecho algo por su patria, se han ido sin haber tenido una junta médica. Es doloroso, ya pisamos los 60 años, nos queda poco, pero seguimos luchando contra la desmalvinización, seguimos mendingando que el pueblo argentino nos reconozca. Hoy nos tienen escondidos, no entiendo cómo y para qué nos hacen formar instituciones de Veteranos. Un país se construye con la historia de los hombres y nosotros recordamos esa gesta, una gesta que nadie puede decir ni poner en duda para qué era, por un territorio que nos corresponde. Nosotros como soldados fuimos muy sumisos esperando que el Estado nos reconozca, y nos quedamos, y el pueblo no sabe esa situación, si lo supiera se levantaría y construyera la historia como corresponde, es una historia que no se puede olvidar, es una historia que se escribió con sangre, es una historia justa, creería que el pueblo está con el Veterano…

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