El poder del Aloe vera

Por Msc. Miriam Macías
Especialista en Terapias Naturales

 

El nombre Aloe, otorgado desde tiempos remotos, de origen africano y asiático, proviene del término árabe Alloeh y del sinónimo hebreo Hallal, que significa “Sustancia Brillante y Amarga”.

El Aloe vera es una de las 250 especies de Aloe, que se caracteriza por poseer altísimas propiedades medicinales. Esta planta también es conocida como Sábila, Acíbar, Babosa y es de la familia Asphodelaceae.

Cuenta con propiedades astringentes, antiinflamatorias, hidratantes, cicatrizantes, analgésicas, antisépticas, antibacterianas,  antibióticas, antioxidantes, laxantes y depurativas. Es rica en vitaminas A, B, C, E y en minerales como calcio, magnesio, manganeso, cromo, potasio, selenio, zinc y fosfato de manosa.

Puede usarse de forma externa como tópico o en forma interna mediante té, zumos, infusiones, batidos. Sin embargo, su ingesta está contraindicada en personas que padezcan cuadros diarreicos, enfermedad de Crohn, colon irritable, insuficiencia renal, diabetes, así como en niños menores de 12 años, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.

Aplicado externamente es de  gran utilidad en casos de acné, porque ayuda a eliminar el exceso de grasa acumulada en los poros. Además, hidrata y permite contrarrestar la sequedad en la piel.

 

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Posee la enzima lignina, que interviene en la cicatrización y regeneración de la piel, por lo que es recomendada en casos de quemaduras leves o graves. Además, el fosfato de manosa actúa sobre el crecimiento de los tejidos proporcionando un efecto cicatrizante.

Restaura el colágeno y la elastina, reduciendo las estrías causadas durante el embarazo o cambios corporales.

Aporta alivio al picor en el cuero cabelludo, contrarresta los hongos que producen la caspa. Tiene un poderoso efecto en los folículos capilares que no solo permite hidratar el cabello maltratado, sino que también sirve como tratamiento preventivo para la calvicie o alopecia. En los cabellos grasos, regula el exceso de grasa.

Por sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas, tiene el poder de desinflamar las encías. Asimismo, es antivírico, antiséptico y antibacteriano, elimina las bacterias bucales y reduce la placa bacteriana. Estudios médicos han demostrado su eficacia en úlceras bucales, llagas, aftas, gingivitis.

Contiene cromo, manganeso y magnesio, lo que nivela el azúcar en la sangre. Es un excelente antioxidante porque aporta minerales y aminoácidos que favorecen el sistema inmune.

Igualmente, actúa como depurativo y laxante suave, favoreciendo la movilidad intestinal, beneficia el colon, contrarresta el estreñimiento, protege la mucosa gástrica, combate los ardores, gases, hinchazón abdominal, acidez, reflujo. También se utiliza como supositorio calmante en casos de rectitis hemorroidales.

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