La llamada «Conquista del Desierto»

Por María Elena Izuel

En una zozobra permanente, los pobladores vieron llegar el año 1879, cuando el Gobierno nacional decidió realizar la llamada «Conquista del Desierto».

Fue el general Julio Argentino Roca quien tuvo a su cargo la dirección de la campaña. Formó cinco divisiones que partieron de diferentes puntos, como si fueran un abanico, e hicieron un barrido del desierto para acabar con las comunidades aborígenes.

De estas divisiones nos interesa la 4ª, que tenía su base de operaciones en San Rafael, estaba al mando del teniente coronel Napoleón Uriburu y la integraban mil hombres.

El comandante Rufino Ortega realizó previamente una expedición de sondeo desde Malargüe hasta Neuquén. Con él fueron cinco oficiales, 80 soldados, 15 indígenas y paisanos voluntarios. El informe de su expedición sirvió para la marcha del resto de la 4ª División.

El objetivo de esta división era «limpiar de indios» la zona comprendida entre los ríos Barrancas y Neuquén, a fin de dejar segura la retaguardia. También debían estudiar cuál era la zona más apropiada para instalar una población en la confluencia del Neuquén con el Limay y dejar refuerzos en el fortín El Alamito. La división estaba integrada por mil hombres, entre los que se encontraba el 7º de Caballería.

Mientras tanto, en San Rafael se vivía en un estado de ansiedad y miedo permanente, pues se habían quedado sin la protección del 7º de Caballería y del comandante Salas. Por este motivo se envió de regreso al comandante, para tranquilizar a la población.

La campaña fue muy provechosa para el Gobierno, ya que ganó gran cantidad de hectáreas que fueron repartidas entre los oficiales y le permitió conocer el terreno, en especial los ríos Grande, Barrancas y afluentes del Neuquén.

Los resultados de la Conquista del Desierto los resumió Olascoaga de la siguiente manera: “Pacificación definitiva de los desiertos del sur de la República, habilitación de 20.000 leguas de ricos territorios al uso de la civilización, sometimiento y regeneración de poblaciones salvajes, libertad de centenares de cautivos, término de la guerra secular de los indios, inseguridad de las poblaciones, ahorro de dinero para pagar tributos para adquirir la amistad de los bárbaros, toma de posesión de todos aquellos ricos territorios”.

Estanislao Salas la definió como “el triunfo del mauser sobre la lanza”.

Fue una campaña con la cual se quiso borrar de las pampas al aborigen, ya que los que no murieron, fueron tomados prisioneros y trasladados desde su lugar de origen a otras regiones. Se cuenta que la 4ª División capturó a 1.700  indígenas entre guerreros y chusma (nombre dado a mujeres, niños y ancianos), que fueron distribuidos en Mendoza, San Carlos, San Rafael y Malargüe. Los trasladaban caminando, por lo que muchos murieron en el camino. Los que quedaron se establecieron en las estancias y aún se puede encontrar a sus descendientes mestizados.

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