La llegada de los regimientos al Sur

Por María Elena Izuel

Hasta 1879, cuando se concretó la conquista definitiva del desierto, muchos acontecimientos sucedieron en nuestras tierras. Fueron años muy duros, pues los malones y asaltos de cuatreros arreciaron, no se podía vivir tranquilo en la frontera.

Tan frecuentes en aquellos tiempos, los malones fueron organizados en su mayoría por desertores o bandoleros, como los tristemente célebres Pedro Pérez y Cáceres, quienes buscaron a los indígenas como aliados para consumar robos y asesinatos.

La llegada del Regimiento 1° de Caballería de Línea trajo algo de tranquilidad a los vecinos, se estableció definitivamente en 1865 amparando el progreso de la región. Por problemas políticos fue trasladado en 1874 a Entre Ríos, siendo reemplazado por 100 hombres del Regimiento de Guías y 50 del Batallón Mendoza, fuerzas heterogéneas, en su mayoría voluntarios.

Era necesaria en San Rafael una fuerza que brindara seguridad a la población y fue así que en 1875 llegó el 7° de Caballería, venía bajo el mando del sargento mayor Hilario Alzogaray y del ayudante Saturnino Castro, como jefe de la unidad figuraba don Luis Tejedor. Con estos jefes pasó al fortín San Martín, más conocido como fortín El Alamito, en el actual departamento de Malargüe, que en ese momento aún era parte de San Rafael. Este glorioso regimiento se mantuvo hasta 1879, cuando fue enviado a la conquista del desierto, bajo el mando del comandante José A. Salas, formando parte de la Cuarta División. No regresó a San Rafael hasta 1916.

Es importante destacar la labor cumplida por el Piquete de Baqueanos, formado por quince o veinte hombres, criollos expertos, conocedores de toda la región, que vivían exponiendo a cada paso sus vidas tratando de avistar a los indígenas para avisar al fuerte o a los vecinos del peligro inminente, haciendo una fogata en lo alto de una loma.

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