Por Gloria Kreiman
Vi «Belfast», la película del más conocido como actor que como director Kenneth Branagh, nominada a 7 premios Oscar en su última edición. Y si bien no me encantó, sí creo que tiene un par de cosas a destacar.
«Belfast» transcurre en los años 60 en la ciudad de Irlanda del Norte que su nombre indica, y tiene como protagonista a Buddy, un niño que es evidentemente Branagh de chico, en una autobiografía que recuerda a las de «Los 400 golpes», «Roma» o «Fue la mano de Dios».
La mirada de Buddy sobre la situación política, religiosa y económica (el conflicto norirlandés), pero principalmente sobre su propia experiencia de vida familiar, social y amorosa, es el hilo narrativo, con varias escenas bien construidas y mucha ternura.
Como contraparte, la película tiene algunos recursos, diálogos y giros obvios o ya muy vistos. Es liviana en su abordaje del contexto político y fue bastante criticada por eso.
Sin embargo, yo creo que esto se justifica por el hecho de que Branagh no se propone ni promete otra cosa. «Belfast» es simplemente un relato dulce sobre recuerdos propios y sobre lo que era importante en la vida de este niño. Un homenaje declarado a su familia y a sus orígenes, en el que lo político y la visión crítica son nada más un condimento.
Y creo que eso no necesariamente está mal. El director hizo lo que quiso, para él y para sus agasajados fílmicos, sin obligarse a cumplir con el cupo de compromiso de corrección política al que hay tanta afinidad arbitraria últimamente.
Invitados así a ver «Belfast» y a permitirnos ligereza de vez en cuando.
