Villa del Milagro: en los anales de Malargüe

Por María Elena Izuel

A la muerte del general José Félix Aldao en 1844, le sucedió en la Gobernación de Mendoza don Pedro Pascual Segura, quien demostró mucho interés en el Sur, visitándolo y haciendo donaciones de tierras: al comandante Rodríguez, los campos del Chacay; a tribus aliadas, campos para pastoreo; y a personas que quisieran dedicarse a la agricultura y ganadería, considerables extensiones de tierra.

Rodríguez en los campos del Chacay, entre el arroyo Chacay y el río Malargüe, en Cañada Colorada, fundó una villa que, si bien no dio origen a la Villa de Malargüe, es un antecedente. Así lo declaró: “El inmenso espacio del Atuel al sur era desconocido a nuestros soldados para guerrear con ventajas, ahora es el prado que con gran confianza recorren las partidas y paisanos sueltos hasta la Villa del Milagro que dista de San Rafael al sur 60 leguas. Este título que he dado a una población improvisada por mis débiles esfuerzos, explica claramente que sin bastantes recursos he podido por milagro sostenerla aun empleando mis cortos haberes”.

Esta villa, que por milagro pudo fundar con sus escasos recursos y hombres, fue la base de un plan de defensa. Desde este puesto consiguió extender las fronteras y el apoyo de indios amigos. En el censo de 1847 figuran 216 personas viviendo en la Villa del Milagro.

Mientras fue comandante hubo gran desarrollo en San Rafael, la agricultura alcanzó un adelanto sorprendente, la molienda del trigo se realizaba con un molino que perteneció a don Bartolomé González, había gran cantidad de potreros, 128 casas, se efectuaron las primeras plantaciones de viña, se sacaron siete acequias del río y se intensificó la forestación.

Cuando Segura fue depuesto por Alejo Mallea, Rodríguez tenía ya más de 70 años, pero organizó un levantamiento contra Mallea, siendo secundado por escasas fuerzas de San Rafael, San Carlos y algunos indios. Fue perseguido, pero conocedor del terreno pudo refugiarse en varios lugares del Sur, hasta que finalmente fue derrotado y tomado prisionero en la zona de Valle Hermoso, trasladado a San Carlos y fusilado el 29 de marzo de 1848.

Rodríguez dejó un minucioso “leguario”, donde realizaba anotaciones de los sitios que recorría y que le eran muy útiles para su campaña contra los indios. Describió con exactitud todos los accidentes geográficos, su importancia económica, producción, fauna y flora, de 144 leguas de recorrido a orillas del río Atuel.

Recién en 1859 se hizo justicia a la memoria de don Juan Antonio Rodríguez. En esa fecha la Legislatura provincial resolvió devolver a la viuda e hijos de Juan Antonio Rodríguez los bienes que les habían sido secuestrados y que legítimamente les correspondían.

Segura fue repuesto en su cargo y siguió ocupándose del Sur. Creó en San Rafael la subdelegación bajo las órdenes de un subdelegado (cargo equivalente en estos momentos al de Intendente), “funcionario nombrado por el Sr. Gobernador para que dirigiera los intereses y la administración pública en los departamentos, delegando en ellos su autoridad y sus facultades”.

El primer subdelegado fue Fabián Araya, quien tuvo a su cargo la tarea de hacer cumplir la llamada “ley del 55”, que recién se hizo efectiva en el año 1856. La tarea fue ardua, pero en este trabajo puso de manifiesto su buen criterio. La ley consistía en ofrecer un lote a las personas con el compromiso de cerrarlo con paredes de adobe o de tierra apisonada, construir alguna vivienda y plantar frutales o árboles, y se les entregaba un “Título Supletorio”. A los dos o tres años, que era el plazo que se otorgaba, se realizaba una inspección y el que había cumplimentado con todos los requisitos tenía derecho a solicitar la escritura del lote. Lamentablemente muchas familias no reclamaron la escritura y por esa razón todavía hoy existen en la Villa 25 de Mayo terrenos que no tienen dueños y que nunca han sido inscriptos en el Registro de la Propiedad.

También se realizó el trazado de la Villa 25 de Mayo tal como aún se conserva. El pueblo se subdividió en 49 manzanas.

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