Por María Elena Izuel
Don Juan Manuel de Rosas era un importante ganadero de la provincia de Buenos Aires y había realizado varios acuerdos con los indios pampas, que incluso trabajaban en sus estancias, pero otras tribus asolaban con sus malones toda la pampa, por lo que en 1833 decidió llevar adelante un plan para dar escarmiento a los indígenas y adelantar las fronteras. Tres columnas marcharon hacia el Sur: una, la de la izquierda, desde Buenos Aires al mando del mismo Rosas; otra, la del centro, desde San Luis; y la tercera, la de la derecha, al mando del general José Félix Aldao, partió desde los fuertes San Carlos y San Rafael. Esta última división, que recorrió nuestra zona, estaba formada por 200 hombres del Regimiento de Caballería de Auxiliares de San Juan, 200 más del Regimiento de Granaderos a Caballo y 400 de infantería de las dos provincias, bajo el mando del general Aldao.
El éxito de esta campaña fue relativo, pero trajo paz a la frontera. Con algunas tribus indígenas se firmaron tratados, otras se retiraron al sur del río Colorado y se recuperaron cautivos y hacienda.
Fueron siete meses de ruda campaña, llena de vicisitudes, donde el ejército tuvo que soportar hambre, sed, falta de vestuario y medios de movilidad, frío e innumerables peripecias, habiendo recorrido en su valiente derrotero 412 leguas.
En esta campaña tuvo destacada actuación el teniente Juan Antonio Rodríguez, quien realizó muchas incursiones a las tolderías, mereciendo la estima del general Aldao y su ascenso a capitán.
