Por María Elena Izuel
Tras los sucesos que pasaron a la historia como la Tragedia de El Chacay, una fuerte división procedente de Chile, bajo las órdenes del general Bulnes, se puso en contacto con el jefe de las Fuerzas Federales en Cuyo, general Juan Facundo Quiroga, quien, si bien no pudo tomar parte en ella, facultó al general chileno para iniciar la campaña contra los forajidos, que se llevó a cabo en 1832, para librar de la presencia de los Pincheira a toda la región cordillerana, persiguiéndolos hasta sus más recónditas guaridas.
Primero cayó Pablo Pincheira, el tristemente célebre “cacique Pablo”, quien se encontraba del lado chileno y fue fusilado junto con sus secuaces.
Julián Hermosilla, el segundo de Pincheira, estaba acampando en la Punta del Monte, en las cercanías de Cañada Seca, con intención de atacar a pobladores de San Rafael, cuando fue sorprendido por el comandante de Armas coronel Casimiro Recuero, quien luego de reiteradas cargas sobre el enemigo, le produjo la más completa derrota, siendo sus huestes desbandadas. En este ataque se destacó por su valentía el teniente coronel José Santos Ramírez, segundo jefe de la División de Recuero.
El jefe José Antonio, que disfrutaba del rango de coronel, fue atacado en su campamento, ubicado entre el Atuel y el Salado, siendo capturado y enviado a prisión a Chile. Los bandoleros fueron sorprendidos y cayeron muertos en su gran mayoría, en especial los caciques que tuvieron triste actuación en los sucesos de El Chacay. Esta masacre se recordó por mucho tiempo y según afirmaban los descendientes, un coro de quejidos se escuchaba por las costas del Atuel, de donde provendría ese nombre. En realidad la palabra Atuel, que significa quejido o lamento, es muy antigua, ya la utilizaban los indígenas desde los tiempos de la Colonia, por lo que esta explicación carece de sentido.
Después de esto, la banda de los Pincheira quedó reducida, no ofreciendo más peligro, pero las tribus indígenas continuaron maloqueando.
Cuenta una leyenda que el tesoro de José Antonio fue escondido entre las paredes del “castillo” y han sido muchos los que, encandilados por esta fantasía, lo han buscado, sin llegar a hallarlo jamás. Esto es un mito o una leyenda, pero… algunos mitos se han transformado en realidad, por lo que muchos viajeros lo siguen buscando, mientras realizan cabalgatas por el lugar. ¿Se hará realidad?, ¿estará el tesoro aún escondido? El tiempo nos dará la respuesta.
