Por Gloria Kreiman
La programación de los cines comerciales tiene una fuerte presencia de películas de terror o suspenso. Siempre, pero en estos días por algún motivo esto se destaca un poco más. Y es inevitable pensar en el género sin que nos remita al inglés Alfred Hitchcock, porque creo que gran parte de las películas de este tipo que se hicieron después de las de él se inspiran, homenajean o imitan a ellas.
Hitchcock ha sido desprestigiado por algunos críticos, por su perfil comercial y objetivos de taquilla; cosa que él reconocía abiertamente y tomaba como una virtud: el mejor resultado posible para una película era, para él, una sala llena y la gente saliendo impactada después de la proyección.
Por el contrario, muchos otros, lo han considerado uno de los realizadores más importantes, influyentes, icónicos y vanguardistas de la historia del cine. Por varias razones:
Como en la mayoría de las cosas buenas, en sus películas no importa tanto la trama, la historia, el qué, sino que importa el cómo. Es ahí donde se centraba y hacía cosas notables. En el trabajo de cámaras, montajes, planos, encuadres, secuencias, dirección de arte, recursos visuales, de sonido, de producción. Siempre con personajes psicológicamente oscuros y complejos, sexualidad, misterio y situaciones extraordinarias, protagonistas rubias con quienes se obsesionaba en la vida real y una gran habilidad para generar abruptamente diferentes sensaciones, sorpresas y tensiones en los espectadores.
Es reconocida además la minuciosidad que tenían sus guiones gráficos y sus planificaciones de rodaje; la calidad artística y publicitaria de la difusión de sus películas; y la creación del concepto de MacGuffin, algo que no inventó él, porque existe desde siempre, pero sí bautizó y capitalizó como nadie: un recurso narrativo que no importa real o finalmente en la trama pero que funciona como el disparador de la acción y el señuelo para mantener la atención del público.
Alfred Hitchcock dirigió más de cincuenta películas durante más de 50 años, la mayoría se encuentran fácilmente en ciclos o especiales de cine o canales de televisión y en las plataformas de streaming habituales. En Flow o HBO, por ejemplo, hay muchas, entre las que destaco «Psicosis», «Los pájaros», «Vértigo», «La ventana indiscreta», «El hombre que sabía demasiado» y «Frenesí». Todas diferentes y con grandes méritos propios, pero con señales de la misma (fuerte) marca autoral. «Estilo es plagiarse a uno mismo», dijo el director alguna vez.
