Carolina Elwart
Leandro Ubilla
José Luis Morales
La década del ’90 del siglo pasado parió muchas cosas nuevas en la Argentina. Desde una política frívola en manos de un riojano, pasando por la panacea del uno a uno, a nuevas formas de producción televisiva como los programas de bloopers. Entre la maraña de pizza y champagne, bailes arabescos, ferraris, privatizaciones y precarización laboral, nació Bersuit Vergarabat. Como la década misma, su nombre decía todo o más bien nada, o simplemente no decía, sino más bien mostraba el acto creador del lenguaje.
En las vivencias de muchos, esas palabras comenzaron a significar algo desde su primera placa, expulsada al mercado en 1992. En principio, mezcla de estilos musicales y denuncia, porque entre candombe, cumbia, tango y murga, la Bersuit criticaba al turco, al Estado, al cheto, a la vida de consumo y esa mierda que discurría por debajo de la superficie de una realidad que muchos sectores sociales pensaban como perfecta, pero que estallaría más temprano que tarde.
«Se viene el estallido, de tu guitarra, de tu gobierno también», es una de las melodías más picantes que pueden sonar en la historia del rock argentino. La expresión de una sensación que liberaría, en diciembre de 2001, un estallido que marcó el fin de un gobierno pero también la presencia de gente en la calle, con las cacerolas y el hambre del pueblo.
Las letras de la Bersuit, como también las de muchas otras bandas que queremos analizar, han dejado las metáforas atrás.
Lo que se vive, lo que se padece, ya no tiene lirismo, hay que expulsarlo, decirlo y también es necesario el insulto. Las alusiones fálicas estarán muy presentes en las letras de esta banda: «Vení a agarrala que está dura». Salían al escenario con piyamas, era una nueva forma de mostrar, de decir y de denunciar que rompería no solo musicalmente con el rock, sino con el “formato” de rockero.
En 1996, el gobierno de la provincia de Buenos Aires recortará la diversión nocturna: «Se llevaron la noche, nuestra última alegría». La juventud del momento se siente apresada entre la crisis, el hambre y el cierre en horarios tempranos: «Si esto no es una dictadura, ¿qué es?». El menemato está tambaleando, aún no se sabía que el estallido culminaría con un presidente abandonando la Casa Rosada tras la renuncia y en helicóptero: «Se está pudriendo esta basura, fisura ya la dictadura del rey».
«Volvió la mala, fue corta la primavera»: la vuelta de la democracia no era eso que habíamos esperado: el hambre, las ollas populares y el desempleo nos estaban ahogando. «Cerdos miserables, comiendo lo que nos queda», gente poniendo huevos, el rebusque, la changa, la invención argentina en tiempo de crisis, mientras otras personas se aseguraban de llevarse lo último que nos quedaba.
