Por Msc. Miriam Macías
Especialista en Terapias Naturales
El cuerpo humano posee un sistema denominado óseo que se encarga de proporcionarle estabilidad. Este sistema está conformado por los huesos, que son estructuras resistentes que cumplen varias funciones: protección de partes delicadas como el cerebro y la médula espinal, sostenimiento de otros órganos y el movimiento del cuerpo.
Los huesos no son una estructura sólida, ya que presentan en el centro una cavidad medular. Microscópicamente, en el hueso se distinguen los conductos de Havers, los osteoblastos y las laminillas concéntricas. Los conductos de Havers dan paso a los vasos y nervios de los huesos, los osteoblastos segregan la sustancia intercelular ósea, en forma de círculos concéntricos o laminillas óseas, quedando a su vez incluidas en dicha sustancia.
De hecho, la sustancia intercelular, responsable de la dureza y consistencia del hueso, está compuesta de sales de calcio y materia orgánica. Por ello, para que la estructura ósea funcione correctamente, se deben consumir alimentos naturales, ricos en minerales y vitaminas.
Los alimentos que contribuyen a fortalecer el sistema óseo son: zanahoria, repollo, coliflor, brócoli, espinaca, rábano, cebolla, acelga, naranja, limón, mora, frutilla, piña, berro, coco, uva, melón, mango, melocotón, nuez, avellana y almendra.
Estos alimentos aportan minerales como calcio, selenio, manganeso, zinc y cobre, además de las vitaminas A, B, C, D y K.
Asimismo, se recomienda la práctica de ejercicio o deporte y los baños de sol.
