Por Gloria Kreiman
Se estrenó a finales del año pasado la última película de Paolo Sorrentino, «Fue la mano de Dios», lo cual es una buena excusa para recomendar toda la filmografía de este director italiano, que trabaja de forma muy precisa, aguda, bella, dulce y ácida a la vez, la melancolía y la alegría, el existencialismo, la identidad, la hipocresía, el sexo.
Voy a detenerme brevemente en tres de sus películas, las que más me gustaron:
«This must be the place», de 2011, en la que Sean Penn encarna al que es probablemente uno de sus personajes más lindos, un ex rockstar apagado y sensible que encuentra una repentina motivación a partir de un drama familiar; con una cadencia y una atmósfera rara, linda y dulce y una banda sonora que destaca.
«La gran belleza», de 2013, que recibió muchísimos premios y buenas críticas, y que hace honor absoluto a las dos palabras que componen su nombre: es grande, enorme; y bella, bellísima. Habla sobre la decadencia y la vulgaridad humanas con un virtuosismo cinematográfico inolvidable. Y tiene la que es sin dudas una de las mejores escenas de fiesta de la historia del cine.
Finalmente, «Fue la mano de Dios», de 2021, como decía, su última película: intensa y conmovedora, con la historia real de la vida del director, Maradona y Nápoles como principales disparadores narrativos; y con un humor muy suave, inocente e inteligente a la vez.
Invitados así a conocer o repasar, y como sea, disfrutar, de la obra de Paolo Sorrentino. Y a esperar su próxima película.
