La fuerza de la chía

Por Msc. Miriam Macías
Especialista en terapias naturales

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Chía es un término de origen maya que significa “fuerza”.  Durante milenios, la chía fue el alimento predilecto de las sociedades maya y azteca. Es nativa de América Central, específicamente del centro y el sur de México,  El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.

Es una planta oleaginosa, aromática y herbácea que pertenece a la familia de las Lamiáceas (Labiadas), al igual que la menta, el tomillo, el orégano y el romero. Florece durante el verano, entre junio y septiembre, en el hemisferio norte, y entre enero y marzo en el hemisferio sur. Su fruto es un aquenio indehiscente -no se abre por la mitad- que contiene en su interior numerosas semillas diminutas (de apenas dos milímetros de ancho), esféricas, lustrosas, muy ricas en aceite y mucílagos.

Las semillas de Chía son fuente de ácidos grasos Omega 3 (comparables al Lino o la Onagra), mucílagos, polifenoles de acción antioxidante, vitaminas A, C y complejo B, minerales: calcio, hierro, magnesio, potasio, cobre, zinc y fibra insoluble.

También es un potente protector cardiovascular, debido a que posee la mayor concentración de ácidos grasos alfa-linolénico Omega 3 conocida.  Estos ácidos contribuyen a disminuir la viscosidad  sanguínea y la agregación plaquetaria.

Además, la Chía contribuye a reducir  las lipoproteínas LDL y a aumentar las HDL, lo que hace que disminuyan los niveles de colesterol malo y los triglicéridos en sangre, previniendo los accidentes vasculares.

Asimismo, posee un alto contenido de mucílagos, que se traduce en un recurso de primer orden para regular el tránsito intestinal y combatir el estreñimiento agudo o crónico.  Igualmente, se recomienda para el tratamiento de la diverticulosis, ya que los mucílagos, al estar en contacto con el agua, forman un gel viscoso, que no solo ayuda  a evacuar, sino que también contribuye a reducir los divertículos (bolsas adheridas a las paredes del intestino grueso).

Efectivamente, la Chía se considera un coadyuvante en el tratamiento para perder peso, ya que es rica en fibra insoluble, fácilmente digerible, que crea una sensación de saciedad, frena el antojo de comer a cada rato o  en exceso, es decir,  regula el apetito y evita la obesidad.

Cabe destacar que la Chía tiene efecto antiinflamatorio y demulcente, por lo que se indica en casos de irritación gástrica, gastritis, cólicos. Mejora la digestión. En este orden de ideas, la nutricionista inglesa Maddie Shaw expresó que la Chía es un alimento apto para celíacos, ya que no contiene gluten.

Además, es útil en caso de dolores artríticos, específicamente en enfermedades inflamatorias crónicas, como artritis reumatoide y artrosis.

La Chía aporta vitaminas y minerales. Se le considera un potente antioxidante (vitamina C) que defiende el organismo de radicales libres, evita el envejecimiento prematuro, la piel seca, descamada y las uñas quebradizas. Las vitaminas A y B aumentan la vitalidad y la capacidad de resistencia. El calcio favorece el fortalecimiento de los huesos y articulaciones, previene la osteoporosis. El magnesio mantiene los sistemas nervioso, muscular y óseo. El hierro ayuda en la producción de la hemoglobina. Fortalece el sistema inmune.

Las semillas de Chía se pueden consumir enteras, molidas o en forma de gel, con ensaladas, zumos de frutas, yogur, sopas, panes, pasteles, galletas, a razón de 25 gramos diarios (dos cucharadas soperas).

Precauciones: las embarazadas, hipertensos, diabéticos, personas alérgicas, personas que siguen tratamientos clínicos, deben ser supervisadas por el médico.

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