Mayra Alvea baila y expande la fuerza del candombe

Por Mayrin Moreno Macías

El rugido del tambor dinamita su cuerpo. Se balancea, se estremece y prende fuego la cintura. Para Mayra Alvea el sonido del candombe es la vida misma. No es una música triste ni alegre, sino de lucha. Cuando ella escucha los cueros se le aviva el espíritu. Su propuesta es que todos bailen. Que le den un respirito al alma con cinco minutos de candombe al día.

Su primer encuentro con los tambores fue en las puertas de Gendarmería en Bariloche. Era la primera marcha después de la desaparición de Santiago Maldonado. Ahí sintió el golpe, la curiosidad por saber más de ese sonido que le atraía tanto, pues de niña, en la escuela, alguna vez llegó a escuchar y bailar un candombe con la cara pintada, pero ese día fue un despertar que luego alimentaría con las charlas de su profe y maestro Diego Silva. Se dio cuenta de que ha sido una parte de nuestra cultura que ha sido negada, censurada y desterrada.

Hoy la comunidad de candomberos en San Rafael se expande con el viento. Desde que Mayra regresó, hace unos cuatro años, quiso activar. Sabía de la existencia de una cuerda de tambores con Bernardo Ríos, y empezaron a movilizarse con cualquier tambor, bongó, congas, lo que encontraran en el camino, se formó la Tribu, y varios compañeros están en Las Paredes, en Los Claveles. Ella también hace un intensivo en La Casa Une y con el sueño de que se activen más espacios.

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Mayra baila desde que tiene conciencia. Sus padres bailan, su hermano también. Escucha música y necesita moverse. Es su remedio diario. La danza es su pilar fundamental. Puede hacer cualquier cosa, pero cuando deja de bailar se pregunta cómo pudo permitir que pasara. Y aunque por mucho tiempo se dedicó a bailar folclore, el candombe fue un quiebre, un abanico que se abrió: un sonido que late, que se alimenta de las vivencias, que reúne a la gente y a la familia.

Su mensaje a las mujeres es “aunque intenten apagar nuestra luz interna, porque somos muy vulnerables, mientras más hagamos por nosotras más iluminamos. No permitamos que nos opaquen, desde el lugar que sea luchemos: ¡hey! estamos haciendo un montón de cosas por la sociedad, somos pilar y… bailen siempre”.

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