Por Naz
El año pasado hice un taller con @jorgecarrion para tratar de darle algún sentido al confinamiento y asentar las palabras pandemia, cuarentena, desescalada, pcr.
Meses más tarde vi el libro que él escribió sobre esos mismos días y busqué en sus palabras mi propia experiencia, como si necesitara que otro relato tradujera mi momento. Eso me ha vuelto a pasar con este libro de @chimamanda_adichie.
‘Sobre el duelo’, sin mucho misterio, es la historia de su pérdida. ¿Y qué hay con eso? Si está Joan Didion con ‘El año del pensamiento mágico’, o Norbert Elias, con ‘La soledad de los moribundos’. Respondo: un duelo en tiempos de Covid-19.
Que sí, que la muerte es moneda corriente. Que el duelo también. El problema es que la pandemia nos cambió, de la noche a la mañana, los rituales de paso. Si bien durante todo el año exhibimos las bodas por zoom, las quedadas con amigos por Google meeting y las visitas a los abuelos por videollamadas por WhatsApp, ¿cómo tratamos con nuestros muertos?
Los aeropuertos limitados, las fronteras cerradas, los protocolos sanitarios nos obligaron a elaborar otra despedida.
«Pero ahí está. Okey sostiene el móvil por encima del rostro de mi padre, que parece dormido, con la cara relajada, hermoso en su descanso. Nuestra llamada por Zoom sobrepasa el surrealismo, todos lloramos y lloramos sin parar desde diferentes lugares del mundo, contemplando sin dar crédito al padre adorado que yace inmóvil en la cama de hospital», escribe Chimamanda.
He leído este libro por eso. Porque quiero guardar conmigo el testimonio de un tiempo en que viví la muerte a distancia, en que no pude dar un abrazo, en que el dolor fue un sollozo por videollamada. Quizá así, en unos años, seré capaz de sentirme contemporánea con algo que todavía se me escapa a las definiciones y podré decirle a mi sobrino que en esos libros, el de Carrión y Chimamanda, están contenidas las formas irreales en que dijimos adiós y seguimos adelante: rotos y virtuales.