Por Mayrin Moreno Macías
De muchacha, para cortar camino, Lilian Tapia pasaba como flash por la plaza San Martín. Ya de regreso, ese andar se detenía para celebrar el encuentro y juntarse entre amigos. Esa plaza también ha sido parte de distintas luchas, marchas y concentraciones desde que se uniera con más compromiso a la “viditancia”, como dice ella, “siempre en defensa de la vida, del agua y del buen vivir para todo el mundo”.
Antes fue docente. Se recibió a los 22 años de edad como profesora de Geografía y Ciencias Biológicas e inició un periplo de enseñanzas y aprendizajes con adolescentes hasta jubilarse. En 2017 adhirió su compromiso con las Asambleas por el Agua y unos meses después, en 2018, se enterarían de que había entrado el fracking en Mendoza por un decreto del gobernador Cornejo. Recuerda que se supo de golpe por un audio que se hizo viral, que nadie sabía, que fue un decreto que no pasó por la Legislatura, que saltó los requisitos legales de la ley 5961, que no tuvo en cuenta estudios de impacto ambiental ni todas las recomendaciones de Irrigación y que, además, fue en diciembre de ese año que se hizo la audiencia pública que estipula la ley, un 28 de diciembre…
Sin telarañas en la lengua, Lilian menciona los problemas a los que nos enfrentamos en esta zona del país: fracking, megaminería y crisis hídrica desde hace más de una década. Ella sabe cómo estaríamos de no ser por las Asambleas por el Agua, aquellas que desde 2003, cuando quisieron reabrir Sierra Pintada, se plantaron con organización y lucha; que más adelante, el 20 de junio de 2007, lograrían que se sancionara la ley 7722, «guardiana del agua», que prohíbe el uso de sustancias altamente tóxicas en la actividad minera, con la gente de Alvear y San Carlos cortando rutas; que luego recuperarían dicha ley en 2019 junto al pueblo en las calles.
“Como para que tengás una idea”, dice: las perforaciones se hacen a más de 2 y 3 mil metros de profundidad. Por cada perforación vertical se pueden llegar a hacer hasta 12 fracturas horizontales. Se llega a una roca no porosa de la que se desprende gas fundamentalmente, en esta zona, y petróleo. Para generar presión se necesitan 30 millones de litros de agua aproximadamente, que luego se mezcla con químicos altamente tóxicos y arenas silíceas. Y cuando deja de salir, se retiran unos metros más y se vuelve a perforar. También dice que el fracking se ha hecho del Atuel hacia el sur y ahora han comenzado en San Rafael, al norte del río Atuel, en Loma de la Mina…
Comenta que desde Irrigación les dicen que no usan agua dulce, pero desde las asambleas, multisectoriales y demás agrupaciones no están convencidos, porque han conversado con ingenieros de YPF que hacen fracking en el Sur y estos les han dicho que es imposible hacer fracking con agua de formación, porque es un agua muy pesada, muy salobre. Lo otro es que esa agua que vuelve con mucha radioactividad, bacterias y quién sabe con qué más no hallan dónde meterla, pero que normalmente la llevan a pozos sumideros abandonados de petróleo y la inyectan ahí con todos los riesgos.
Este 8M Lilian grita que las mujeres deben sentirse orgullosas, que construyan una buena vida con su historia, decisiones y convicciones; que cumplan sus sueños y que sean felices. Mientras espera que desarchiven el proyecto de ordenanza para que San Rafael sea declarado Libre de Fracking, se distrae con su huerta y se pregunta por el mundo que dejará, por si algún día llegara un nieto.