Por Mayrin Moreno Macías
Al pasaje “Las Tonadas” llegaban muchos conjuntos y cantores cuyanos. Era paso obligatorio. Allí se amanecía, se cultivaban las guitarras, se cantaba y se compartían melodías y sonrisas. Elba Chicha Rosales tiene latentes esos recuerdos de la casa de sus padres en el pasaje Ojeda ―como se llamaba realmente― del barrio Constitución. Ese patio le dio la dicha de reunirse cada domingo con sus 10 hermanos, de recibir a Las Voces del Plumerillo, a su compadre Anselmo de Mendoza, Los Cantares de la Cañadita, El Trébol, de festejar cada 11 de mayo el cumpleaños de su padre Gerónimo Rosales y cada 20 de abril el de su madre Teodora Anzorena, y de escuchar a los cantores y cantoras de acá y de allá.
Ella ama el folclore cuyano. Empezó a cantar a los 14 años y luego, en 1989, con su hermana conformaron Voces y Cuerdas de Cuyo y grabaron 3 CD. Después, en 2002, grabó Legado Musical junto a su esposo Duilio Heredia y su hijo, e invitó a Leonardo Mur. Ha cantado por todos lados. Chicha se mantiene en el folclore tradicional, le apasionan las tonadas, canta cueca y también valses. Su casa, a la que llegó en 2005, hoy es punto de referencia para la cuyanía. Allí Chicha enciende el equipo de sonido y su voz se esparce como un torrente de agua fresca. La letra de la canción es de Carlos Toledano y la melodía de Maciel Heredia, su hijo. “Para cantar un tema me tiene que encantar la melodía y esta es hermosa”.
Justo el Día del Compadre, el 23 de mayo de 2021, se marchó su compañero de vida y de andanzas, Duilio. Chicha lo evoca en tiempo presente, y también a su hermano Rafael, que falleció en abril del mismo año. Rememora aquellos tiempos de la cantata y del programa de radio «Una tonada a Cuyo», que ahora ella lo hace con todo el corazón los domingos de 10 a 13 horas por 90.5 FM. “Los tres hicimos muchas cosas por el folclore cuyano. Y no porque sea mi marido, pero era un amante de la música, un excelente músico, no era egoísta y hoy mi hijo sigue sus pasos. El 19 de diciembre cumplimos 40 años juntos. Ha sido un golpe muy fuerte su partida…”.
Su casa tiene un patio grande. Allí se festejan y se hacen eventos para los niños. Junta ropa y zapatillas para unos 250 chicos, que vienen de barrios como Callao, Americasa, El Molino y de Cuadro Nacional. “Esto me da mucha satisfacción al alma, siento plena alegría, simplemente me encanta ayudar… y no me olvido de mi folclore cuyano”.
En las paredes cuelga una lona. ¡Qué familión! “Somos muchos”, dice, y muestra una lona más actual. “Este estaba chiquitito en aquella… mirá ahora…”. Del celular asoma un video de su nieto dedicándole unos acordes.
―¿Y por qué te dicen Chicha?
―Por mi madre. Decía que me parecía a una tía, a la tía Chicha, y así me quedé.