Texto y fotos: Mayrin Moreno Macías
Antes de salir a escena, su respiración es íntima y profunda. Con cada inhalación filtra los pensamientos y se adentra en la memoria. Laura “la Churita” Coletta se concilia con un pasado denso y en menos de tres segundos renace para contar su historia. Hoy ha expandido su universo. Se descubre en nuevas pieles y proyectos, y juega y explora otros horizontes.
―Cuando empecé a hacer teatro, mi mundo se basaba sobre todo en el humor en todas sus formas, desde mi payasa, el teatro under y el humor ácido. Después mis manos y la construcción se convirtieron en sostén de mis creaciones, nacieron las marionetas y con ellas un mundo nuevo, maravilloso y que todavía sigo explorando. Actualmente me estoy dando una vuelta por el teatro documental, lo cual está siendo un desafío enorme ―dice.
―Esta obra que se presentará el próximo jueves 27 de enero, “La 208”, ¿es una invitación a cuestionarse nuestra existencia? ¿Cómo ha sido el trabajo interno? ¿Se trata de un conducto de liberación?
―»La 208″ nació hace muchos años con la necesidad de escribir lo que viví teniendo cáncer. Son textos míos que nacieron en forma de liberación. El trabajo interno es el más fuerte que me ha tocado vivir con la construcción escénica. Es cuando más desnuda me siento, el proceso ha sido intenso, las funciones lo son. Pero a la vez me da calma. Antes de salir a escena respiro hondo, me conecto con esa Laura enferma que alguna vez fui, le presento a esta nueva, que va a contar su historia, porque en el fondo siento que fue otra vida, que mi mente hace que sienta eso, que volví a nacer en un sentido consciente. Es una invitación a pensarnos desde otro lugar, donde no existe el «¿por qué me paso a mí?». Nuestra imaginada autoimportancia. Me gusta pensarme siendo parte de este universo, es una invitación a eso… a sentirse parte del universo a través de la enfermedad, el dolor, la sanación, la mutación.
―¿Qué te emociona del teatro documental?
―Con el teatro documental conocí mis límites, ¿quién soy yo y quién es el personaje?, ¿cuándo sale una y cuándo la otra? Cada recuerdo del que hablo en escena me cala en los huesos, siento los olores, los sonidos, los silencios. El teatro documental te hace atravesar el mundo cruel del recuerdo. Está siendo una experiencia muy movilizante.
Como si no existiera
Su paso por el teatro ha sido un aprendizaje. En un cofre guarda las cosas hermosas y algunas trompadas. “Todas las experiencias en la vida son así, ¿no? Una pizca de algo bueno y una de fracaso, pero en parámetros generales es y sigue siendo maravilloso el camino. Es un mundo lleno de gente hermosa, de vínculos amorosos y mentes y almas locas, y esas son las mejores personas, libres, creativas, sensibles, rebeldes”, dice Laura.
A la hora de crear personajes, manifiesta sus inquietudes y se pregunta “¿qué me gustaría ver en el escenario y nunca he visto?”, “¿qué mezclaría de lo que conozco?”, “¿cuál es su cuerpo, su rostro, su color?”, “¿qué trae para decir, con su voz o su cuerpo?”. Citando a Shakespeare: «Enciende un sueño y déjalo arder en ti «, siento eso… Cuando algo se mastica adentro, cuando hay algo qué decir, cuando se sueña despierta con colores y formas, hay que hundirse hasta las entrañas y vomitar. El caos de crear es hermoso».
―¿Qué has encontrado a través del mundo colgante?
―En las marionetas me encontré con una parte del teatro que es la más maravillosa y la cual creo que todo artista debería experimentar: el teatro callejero. Agradezco enormemente a «Lino» por eso. Estar en la calle es el » aquí y ahora” verdadero, te expone a improvisar, a conectar con la gente, a romper todos tus miedos, es muy muy hermoso de verdad. Durante todo el proceso de crear a «Lino», fue maravilloso ver cómo con mis manos iba creando un ser. Pero cuando lo colgué en su comando me pasó algo muy mágico, sentí cómo respiraba y cómo se convertía en alguien en parte mía y en parte no. Los hilos te enmarañan con esa sensación, de tener el control y a la vez sentir que se mueve solo, que guía tu mano como en una danza. «Lino» se parece a mí, es la niña que llevo dentro, jaja. Un poco sí, es tierno y ácido. Una combinación que me encanta.
―¿Qué es lo que más te gusta de los cuentos?
―El poder que tienen las palabras. Siento que los cuentos son llaves que abren puertas y ventanas en la mente. Aún ahora, cuando me cuentan un cuento, mi mente se va en las palabras como si lo viera en una película, a veces me cuelgo en un detalle, jaja. En las infancias lo es todo, los conecta con todo el mundo imaginario. Cuando termino una función de cuentos con el «Lino», los niños se acercan a hablarle como si yo no existiera, es bellísimo.
COORDENADAS
«La 208»: Teatro Roma, 27 de enero, 21 horas.
Dramaturgia y actuación: Laura Coletta
Audiovisuales, gráfica y fotografía: Paula Alonso
Escenografía, diseño y realización: Katherine Morales
Realización de vestuario: Elizabeth Prado
Realización de máscaras: Marina Sananes
Participación audiovisual: Melisa Coletta
Música original: DESASTRÓNOMOS – Álvaro Alaniz, Darío y Fabián Castellani
Dirección: Fabián Castellani y Bela Leyton