Por Reinaldo González
Janis Joplin era humana dentro de un sistema inhumano. Lo sabía como algunos y lo asumía como menos. Decir que cantaba como negra es apenas otro pequeño pedazo de la verdad. No solo las negras cantan desde las vísceras, porque no solo las negras sufren, y no solo las mujeres lloran. Pero negras como Bessie Smith, Aretha Franklin o Billie Holiday alimentaron su estilo, una exquisita y atormentada mezcla de rock and roll, folk, jazz, blues y soul.
Para una sarta de enanos mentales cuya misión en la vida pareciera ser pegarle etiquetas a cuanta cosa no comprenden, Ella era “jipi”, con tono despectivo. ¡Move over! Son los mismos que llegan a usar “librepensador” como insulto.
Nació el 19 de enero de 1943 en Port Arthur, Texas. Vestía largas, suaves y a veces desgastadas faldas, pero también jeans si la formalidad le requería un poco más. No componía canciones, las inventaba, dijo durante una entrevista en “The Dick Cavett Show”, de la televisión estadounidense. Para acompañar el canto, llevaba a todas partes su autoharp, una especie de cítara con un dispositivo capaz de silenciar las cuerdas que no forman parte del acorde deseado. Tuvo relaciones sexuales y amorosas con hombres y mujeres, casi tantas como despechos —esos apocalipsis personales a los que vamos sobreviviendo, a decir de Rosa Montero—. El 16 de agosto de 1969 participó en el festival de Woodstock, donde tuvo que repetir “Ball and chain” y “Piece of my heart”:
I said come on, come on, come on, come on
and take it, take another little piece of my heart now, baby,
break another little bit of my heart now, darling, yeah.
hey! have another little piece of my heart now, baby, yeah.
you know you got it if it makes you feel good
Y consumía alcohol, marihuana y la muy temida heroína, a la que se atribuye su temprana despedida el 4 de octubre de 1970, a los 27 años de edad. Por esto es la única mujer de la lista original del Club de los 27, que completan Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison y Kurt Cobain.
Le pregunté a Kaybeliz López, la mamá de mi hija, qué pensaba de Janis Joplin. Me respondió cualquier cosa, pero se quedó dándole a la cabeza. Horas después me escribiría este mensaje de texto:
“Janis es dolor, pasión y sensualidad. No se opacan estos elementos. Es como una de esas bebidas alcohólicas con las que se emborrachaba, todo mezclado. Tenerla frente a frente, hablando hipotéticamente, debe ser intimidante: el tono de su voz, sus nueve vidas de gato vividas con solo 27 años, todo junto con pelo airado, todo allí. Debió haber sido una gran experiencia, así como haber sido uno de los hombres o mujeres que la amó”.
Kaybeliz debería escribir más seguido.