Por Lenín Molina
No hay ritmo más latinoamericano que la cumbia, de esto no hay dudas. Sabrosa y envolvente, ha sido reintepretada en casi todos los países de nuestra región. A partir de los años ’40 del siglo pasado, la cumbia colombiana empieza a exportarse y popularizarse por todo el continente, teniendo principal impacto en países como Venezuela, Perú, Argentina y México. De estos países, fue México el que quizás tuvo una acogida más particular de la cumbia colombiana y de toda la herencia cultural que la rodea. De ahí el nacimiento de una contracultura musical, que más allá de la lejanía geográfica, establece un fuerte vínculo entre Colombia y México: la cumbia sonidera.
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La ciudad de Monterrey (norte de México) es el epicentro de la cumbia sonidera. A mediados de los años 60 llegaron los primeros discos de grupos tropicales colombianos, los cuales poco a poco empezaron a dominar los espacios musicales de los barrios periféricos de la urbe norteña. Particularmente en la Colonia Independencia se fue creando un amor por la cumbia colombiana, que dio como resultado el nacimiento de la cultura sonidera. Dentro de esta cultura hay dos figuras fundamentales: los sonideros y la cumbia rebajada.
Los sonideros, como DJ y MC (maestros de ceremonia), conducen las rumbas a través de sus mezclas de cumbias colombianas y de saludos a distintos personajes de la escena sonidera. La cumbia rebajada es un fenómeno único que nació de manera accidental, cuando al sonidero Gabriel Dueñez, después de más de seis horas de poner cumbia en una fiesta, se le recalentaron sus equipos; esto hizo que una música tan movida como la cumbia se ralentizara y se le bajaran las revoluciones. El sonido ralentizado, en el que se puede apreciar mejor el sonido de cada instrumento y cuya cadencia es irresistible al baile, fue todo un éxito, por lo que Dueñez y los principales sonideros empezaron a sacar versiones rebajadas de los grandes éxitos de la cumbia colombiana.
La manipulación de los tiempos, la introducción de efectos y la animación en vivo se volvieron pilares fundamentales de la cultura de los sonideros, quienes se han encargado por décadas de darle un giro bestial a clásicos temas de la cumbia colombiana y latinoamericana. Únicas en su especie, la cumbia rebajada y la cultura sonidera se han mantenido por generaciones en la ciudad de Monterrey. Consecuencia de esto, nace la subcultura de los Cholombianos o Kolombias, a comienzos del siglo XXI. Con una vestimenta inconfundible, esta tribu urbana adoptó el estilo de los chicanos de California y lo combinó con los elementos de la cultura colombiana que ya habían permeado en Monterrey desde décadas anteriores. Los Cholombianos tienen como eje de su estilo de vida a la cumbia rebajada, por lo que se han convertido en los protagonistas principales de esta movida musical que todavía se mantiene vigente.
El origen popular de la cumbia, su sonido y su contenido han hecho que sea absorbida por sectores populares y, en su mayoría, marginados, a nivel global. En el caso de la cumbia sonidera, caló perfectamente dentro de un importante sector de una sociedad tan desigual como rica en cultura local. A diferencia de otros países e incluso de otras regiones de México, la cumbia rebajada tomó características tan particulares que marca una gran diferencia con otras interpretaciones que se han hecho de la cumbia hasta nuestros días.