Por María Teresa Canelones Fernández
En el año 2100 las abuelas en vez de manzanilla, tomarán vino, pintarán mándalas, criarán mariposas, remodelarán sus casas vintage, y se retocarán los tatuajes. Algunas bailarán reguetón, y otras asistirán a conciertos del tataranieto de Justin Bieber. Para esa fecha, las abuelas susurrarán como oraciones poemas de Emily Dickinson y Whitman. También recitarán fragmentos de Mujeres que corren con los lobos, y todos dirán que Clarissa Pinkola Estés habría escrito la biblia de la femineidad, y las nuevas generaciones no lo creerán, lo celebrarán…
La historia de la mujer ha sido escrita y legitimada por el hombre. “Amén” dijeron las religiones y las constituciones”, y entonces se multiplicaron las normas y los patrones en desventaja de las niñas, las adolescentes, las jóvenes, las madres, las hijas, las tías, las amantes y las abuelas. La historia es un recordatorio latente, pero también un acto liberador para activar la conciencia y la imaginación del saber ser. Hoy se tejen historias jurídicas, periodísticas y literarias que en al menos 80 años desvictimizarán, y ya no conflictuarán la naturaleza femenina. En 2100 el ring entre géneros habrá caducado, y si aún quisieran medir fuerzas, entre chistes les dirán que vayan a Colombia a pelear con Pambelé.
En el próximo siglo la mujer habrá sanado espiritualmente porque su ética no estará remitida al mero acto de reproducción, de dar, de proteger, y de preservar. Ya no se postergará a sí misma, y se habrá extinguido su relación de servidumbre, sumisión y dominio. Ya no será un objeto, ni vivirá con culpa ni vergüenza. Ya no será la transgresora, la primitiva, la temida y devoradora. Se pertenecerá, y toda castración e indiferencia habrá sido incinerada. El machismo habrá quedado fosilizado y el feminismo se habrá fugado en una canción de Lila Downs. Será un placer y una virtud envejecer.
En el 2100 las abuelas en vez de manzanilla, tomarán vino, pintarán mándalas, criarán mariposas, remodelarán sus casas vintage, y se retocarán los tatuajes. Algunas bailarán reguetón, y otras asistirán a conciertos del tataranieto de Justin Bieber. Para esa fecha, las abuelas susurrarán como oraciones poemas de Emily Dickinson y Whitman. También recitarán fragmentos de Mujeres que corren con los lobos, y todos dirán que Clarissa Pinkola Estés, habría escrito la biblia de la femineidad, y las nuevas generaciones no lo creerán, lo celebrarán.
Para una anciana será un honor que la llamen “bruja”, porque le estarán diciendo “mujer sabia”. Las abuelas del futuro se reirán más, silbarán en cualquier lugar, cantarán porque habrán encontrado su sitio, y dibujarán nuevas formas de vida. Ya no creerán en el diablo, vestirán de algodón, y sus días se convertirán en un permanente acto innovador donde los prejuicios de la religión y de la familia quedarán relegados. Serán mujeres más creativas, con desparpajo, y el falso recato habrá sido abolido. Las abuelas del futuro bajarán de la cruz a Jesús, limpiarán sus heridas, le besarán la frente y borrarán su historia de dolor incorporándolo a un portarretrato familiar. El paraíso y el infierno habrán desaparecido, “sólo el cielo estará sobre nosotros”, dirá siempre Lennon.
La doctora en Psicología Silvia Gelvan de Veinstein, en el artículo «Abuelas último modelo», publicado en el Diario Popular en 2010, dijo que las abuelas serían cada día más activas, y pese a que muchas cuidan a sus nietos, mantendrán una vida propia. “Ahora en vez de ser sólo transmisores de cultura, las abuelas son los nuevos modelos del no miedo a envejecer, porque participan en cursos, talleres, actividades recreativas, y disfrutan del erotismo a través de su vida en pareja e incluso de nuevos noviazgos”, destacó la especialista argentina.
Agregó que “ahora las abuelas tienen múltiples aprendizajes lo que contribuye a reproducir las conexiones cerebrales. Ya no están encasilladas porque la movilidad de la sociedad y los cambios de roles y modelos favorecieron a las mujeres mayores, incluyendo el cuidado de la estética en la madurez. Ahora las abuelas pueden contar cuentos, comunicarse por chat con sus nietos, mandar mensajes de texto, escuchar y preguntar a los jóvenes, jugar con ellos en la computadora, sentarse a ayudarlos en los deberes, llevarlos de paseo en su auto, o en colectivo, mostrarles las bellezas históricas del pasado, y abrirse al asombro junto con los chicos a lo que se viene en el futuro”.
Una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid titulada «Las abuelas como recurso de conciliación entre la vida familiar y laboral. Presente y futuro» (2005-2006), proyectó que en décadas “las abuelas serán menos, tendrán menos nietos, y además serán más mayores”. Y la Fundación Columbia en Buenos Aires, como “centro de difusión de conocimientos tradicionales y contemporáneos para el autoconocimiento y crecimiento espiritual”, hace referencia a la sabiduría de Hestia -la diosa griega, del hogar y del fuego- como el arquetipo de la anciana, la cual bien podría asociarse a las futuras abuelas del planeta, quienes podrían revelar “la sabiduría de la anciana que no está apegada a la gente, a las posesiones, a los resultados, el prestigio o el poder”, y que por el contrario, serán “el arquetipo de integración donde descubrirán la riqueza de la vida espiritual interior. Estarían libres de ego y lograrían ser más activas y eficientes en el mundo”.
Rosa Elena Pérez, docente y facilitadora de Biodanza en Caracas, Venezuela, opina que “muchas abuelas en 2100 ya no creerán en un solo Dios, sino que retomarán la fe en los múltiples dioses de nuestras comunidades indígenas y convivirán con ellos en cuerpo y espíritu. También cobrará vigencia el misterio de la vida, el respeto por nuestra naturaleza sagrada, de forma que vivirán en sociedades comunales que alimentarán de lo cultivado en sus tierras y se curarán con medicina natural. Serán las abuelas-helechos, abuelas-cristal de cuarzo, abuelas-lobas que no dejarán que sus familias (no sólo consanguíneas, sino afectivas) se dispersen ni estén atomizadas. Creerán en los mensajes que les transmiten sus sueños y abogarán por una sociedad igualitaria donde los hombres reconozcan la deidad que hay en ellas. El paradigma bajo el cual vivirán no serán ni el económico ni el político, por lo tanto se congregarán en pequeños poblados o aldeas donde dialogarán sobre las necesidades de todos sus miembros y sus posibles soluciones en función del bien común. Sus nietos serán cuidados por todos y no existirá explotación, sino colaboración y empatía”. De igual manera, la docente universitaria, Evelyn Moy, cree que “serán abuelas dinámicas y proactivas. Bailarán se ejercitarán, y se acostarán en chinchorros a la orilla del mar”.
Las abuelas del futuro harán yoga, meditarán, tomarán clases de tango, y prepararán vegetales escuchando a la antiquísima –para ese momento- agrupación noruega de pop A-HA. Muchas abuelas serán las abuelas de los sobrinos, ahijados y las abuelas de la calle, porque no engendrarán. Las abuelas ya no serán ángeles, sino mujeres que sienten y sueñan, que han envejecido con gozo por haber tenido una vida libre y plena donde les fue permitido existir. Serán las abuelas que hayan podido vivir para su propio deseo.
Las abuelas del futuro propondrán escolarizar el tema de “la muerte”. Abrirán una cátedra donde les hablarán a sus hijos, nietos y nietas sobre la fragilidad de la vida, y celebrarán “el fin”, como ahora en Ghana (África), México, Indonesia y Nueva Orleans. En 2100 las abuelas le harán entender a sus generaciones sobre la importancia del tiempo, y todos harán largas listas de qué hacer, porque la vida es un viaje breve, y hay que saber entretenerse, y saber a quién servir.
Ellas mismas harán chistes diciendo: «Adiós a la abuela buffet», «adiosito a la abuelita sponsor ¡porque aquí el que quiera algo, que trabaje!». Ese será alguno de los dichos de la abuelidad, que continuará sembrando y promoviendo la cultura del trabajo. Son las abuelas del futuro, “las que derretirán los problemas como gotas de limón”, como cantará siempre Ismael Kamakawiwo. Las abuelas del futuro criarán mariposas, que es lo mismo decir, cultivarán y defenderán su libertad.