Por Gloria Kreiman

Una: «Chernobyl», que ganó muchos premios, tuvo mucho éxito y muchas buenas críticas. Justificadamente, para mí, porque es una serie con una calidad notable. Cuenta el accidente de la central nuclear de Chernóbil en 1986, cómo se generó y cómo la Unión Soviética trató de minimizarlo y ocultarlo. Tiene varias virtudes, cada uno de sus elementos es destacable, pero lo que me parece muy importante de esta serie es la impronta política que las decisiones narrativas dejan: una crítica profunda al manejo de la información por parte del poder y una valorización de la verdad y la ciencia, cosas superpertinentes hoy: sigue habiendo fascismo, fake news, fanatismos y chamanes.

La otra: «Barry», la historia de un asesino a sueldo que quiere dejar de serlo y dedicarse a la actuación. Su protagonista, Bill Hader, ganó el Emmy como mejor actor, y para mí es también un premio supermerecido porque el trabajo que hace es maravilloso. «Barry» es una comedia, con sátira y humor negro, pero que logra mantener un tono muy particular sin subrayar, de modo inteligente, sin gags típicos y eso es en gran parte por la actuación de Hader.