Vieja Terminal: reflotan el proyecto de un Centro Cultural para San Rafael

Por Mayrin Moreno Macías
Ilustraciones: Cortesía Hacemos Cultura

 

Después de nueve años de su cierre, la Vieja Terminal sigue ahí, como estancada en el tiempo. Dejó de prestar servicios el 12 de diciembre de 2011, fecha en que se puso en funcionamiento la Terminal de Ómnibus “Néstor Kirchner”. Desde ese momento rondaron tres propuestas sobre el futuro de este sitio, ubicado en pleno centro de San Rafael, entre las calles Godoy Cruz, Coronel Suárez y Avellaneda. Una de ellas era demolerla y levantar un edificio mediante un fideicomiso inmobiliario mixto entre el Estado y privados; otra planteaba que funcionara como terminal de corta distancia; y la tercera, presentada por el grupo de artistas autoconvocados Hacemos Cultura, era que se edificara un centro cultural, gestionado en conjunto con el Municipio, y que además siguiera funcionando como terminal de colectivos para los distritos.

Para este 2021 vuelve a colocarse sobre la mesa la refuncionalización, pues la Municipalidad y el Colegio de Arquitectos de Mendoza firmaron un convenio para recibir y analizar propuestas. La idea es «conformar un anteproyecto para empezar a delinear el nuevo espacio», según nota de prensa de la comuna.

Desde Hacemos Cultura aseguran que su propuesta está más vigente que nunca y que la volverán a presentar. Se trata de un proyecto que contempla salas de ensayo, biblioteca, un espacio para realizar funciones de teatro y recitales, y otro para oficinas municipales. También incluye una sala de cine INCAA y restablece la parada del transporte público para la gente de los distritos, que al día de hoy sufre muchas incomodidades. «La idea es que sea un espacio de libre acceso para que los y las artistas del departamento puedan desarrollar sus actividades, justamente pensando en la cantidad de instituciones educativas artísticas que hay en San Rafael y también en las personas que hacen arte fuera de las instituciones», dice Alejandra Yáñez, integrante del grupo.

Yáñez recuerda que este proyecto fue realizado junto con un grupo de arquitectos y fue presentado en algunas actividades artísticas en las calles y al Municipio formalmente. «También incluía los modos de conseguir los recursos para realizarlo: industrias culturales y otros programas nacionales, como Casa del Bicentenario, por lo que los recursos eran nacionales», explica.

 

―¿Cuáles han sido las respuestas que les han dado en los distintos momentos para no avanzar con el proyecto del Multiespacio Cultural impulsado por ustedes?

―La respuesta del Municipio fue que no había fondos para realizar esa obra y que, por otro lado, habían pensado un destino privado para ese lugar. Se había proyectado un edificio de departamentos y un lugar de varios pisos para estacionamiento de autos.

―Muchas veces desde el Estado se relegan este tipo de iniciativas porque dicen que no son sustentables económicamente. ¿No han considerado una alternativa mixta, en la que confluyan el sector público y el privado?

―La alternativa de gestión mixta es viable siempre y cuando la parte privada no termine absorbiendo la parte pública. Hay experiencias en varias ciudades del mundo en las que se han recuperado este tipo de espacios para convertirlos en espacios culturales. En el Gran Mendoza, sin ir más lejos, hay dos espacios: La Nave Cultural y el Espacio Le Parc, construidos sobre antiguas estaciones de ferrocarril. Ambos espacios son de gestión pública, sin intervención de privados.

―Existen 7 escuelas artísticas, numerosos grupos culturales y pocos espacios. ¿Cómo creen que debería abordarse esta realidad?

―En San Rafael no hay un proyecto cultural, no hay presupuesto para cultura, o el que hay se va solo en Vendimia. Que haya una gestión cultural acorde a la realidad artística de la ciudad es un reclamo que venimos realizando hace muchísimos años y pasan las gestiones y los directores de Cultura y no hay avances. Tener una gestión cultural que contemple el arte local es fundamental para que no tengamos que emigrar y podamos pensarnos como artistas en nuestro lugar.

 

 

«Un lugar que pertenece a todxs lxs sanrafaelinxs»

Para Hacemos Cultura, «la Vieja Terminal es patrimonio cultural e histórico. Todos tenemos historias para contar que refieren a ese lugar. De hecho, hicimos una convocatoria en la que las personas nos enviaron escritos sobre este lugar y recibimos muchísimos. También recolectamos 6 mil firmas que apoyaban nuestra propuesta. Es un lugar público que nos pertenece a todxs lxs sanrafaelinxs. Por eso creemos que es fundamental que siga siendo de uso público y que no pase a manos de privados. Privatizar ese espacio es privatizar nuestra memoria».

 


La Vieja Terminal
Por Teresa Oliveri

 

El ómnibus aún no estaba, llegábamos con anticipación cosa que con el tiempo se transformó en hábito. Mis hijos trasladaban el bolso, la mochila y los sentimientos encontrados; por un lado la pena de dejar la casa, por el otro la alegría de comenzar una apasionante y nueva vida viviendo solos. Cuando íbamos llegando a la Terminal, el padre les decía: “las llaves, los documentos, la plata”, si las tres respuestas eran positivas bajábamos, si no, había tiempo para volver y buscar lo que faltaba. Más de una vez necesitamos de ese tiempo. Las circunstancias especiales de esta familia transformaron a la “Vieja Terminal” en el primer paso y también en el último de las carreras de nuestros hijos; agitamos un pañuelo para despedirlos aquella primera vez y ellos miraron para otro lado avergonzados, fingiendo que el saludo no era para ellos, pero miraron a su alrededor cuando además del bolso tirante de tan lleno, trajeron el tubo en el que llegaba el título. Habían crecido; los bancos desportillados y el perro durmiente fueron testigos de su madurez. Ya no tenían que fingir preguntándose si era el monóxido de carbono el causante de sus lágrimas. “La Vieja Terminal” no sólo fue testigo de las despedidas y reencuentros con nuestros cuatro hijos, sino de la llegada y del regreso de mi madre oriunda de Buenos Aires que infaltablemente necesitaba ayuda para bajar los bártulos entre los que traía desde una bicicleta para los chicos, hasta un esquinero para la casa. Era fea e incómoda, la “Vieja Terminal”, pero como sucede siempre, la belleza no tiene que ver con el cariño y ella será siempre el nexo entre el pasado y el presente y también la espectadora ruidosa del desarrollo de mis hijos.

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