El día que se llevaron el mandala

Texto y fotos: Mayrin Moreno Macías

El día que se llevaron el mandala estaba como para tomarse una birra al aire libre. Hacía sol, el cielo estaba despejado y la temperatura era muy agradable. Al llegar a la Rotonda del Mapa, justo cruzaron una señora y su hijo camino a la heladería: “Pedimos los helados y vamos a ver el mandala, antes de que lo quiten”.

Insisto en lo bonito del día: gente caminando, señoras con gafas oscuras conversando, un hombre metido en un auto haciendo fotos y una grúa con dos personas desinstalando una obra que agonizaba desde el mismo momento de su colocación.

Una de las señoras, sentada en un banco que daba de frente a aquella estructura, se mostró indignada: “No puede ser, tan bonita que se veía. Estos artistas se quejan de todo. Si ponen algo es porque lo ponen”. Un señor que pasaba con su perro se paró y le dijo: “Ese es el dichoso mandala… Che, bueno era lo que tenían que hacer si violás un derecho de autor, y al parecer el hombre está molesto y hace nada pidió por la radio que la sacaran. Además, irrespetás a los artistas de acá”. A lo que la señora contestó: “Si nosotros somos los irrespetados, deberíamos estar todos los sanrafaelinos alrededor protestando para que no se la lleven”…

48 horas de tensión

El martes circuló por distintos medios y páginas de Facebook el “nuevo atractivo” de la ciudad de San Rafael: un mandala mecánico en el Paseo Rawson. «Fue ideada por el Subsecretario de Obras Públicas del Municipio de San Rafael, Enrique Ferraro, y creada por Ariel y Pamela Cuello, padre e hija socios en un emprendimiento metalúrgico», reseñaron. A las pocas horas, el artista estadounidense Anthony Howe se enteró y reclamó que era una copia –con motor– de su escultura «Di-Octo». Mencionó las palabras, traducidas al español, «infracción», «robo», «castigo». Luego se planteó colocar una placa con el nombre del autor, pero el mismo Anthony dijo que ya era muy tarde. El miércoles se retiró a la hora de la siesta.

Crimen intelectual

La autora Elba López Fernández considera el plagio como el “crimen intelectual por excelencia”. Ella plantea en su ensayo “El plagio desde las artes y la cultura de la copia” que “muchas veces al incurrir en plagio se obvian los derechos de autor, pero no siempre que se copia se está plagiando, ni siempre que se copia se hace ilegalmente, es decir, violando derechos de autor. El plagio es un tema que cada vez acapara más atención, quizá porque el soporte digital está facilitando tanto cometerlo como detectarlo, por la expansión de los derechos de autor que transforman en dudosa cualquier tipo de copia o por el neoindividualismo de nuestra época, que hace que nos apropiemos de las ideas como si fueran objetos, convirtiendo la creación en una autopista llena de peajes donde todos somos posibles plagiarios potenciales”.

Sin ir muy lejos, el año pasado la sanjuanina Mariana Esquivel ganó un concurso del museo Franklin Rawson con su cuadro “Tiempos de Confinamiento – Covid 19”. Tuvo que renunciar al premio de 80 mil pesos por una denuncia de la fotógrafa Nora Lezano, quien la acusó de haber usado una imagen suya sin autorización y sin citarla. A los días la propia fotógrafa consideró que quizás no fue la mejor manera de hacer la denuncia, por el escrache, pero mantuvo firme su idea de que habían vulnerado sus derechos.

Para ese tiempo, el director de InterArtis, Alfredo Srur, quien acompañó a Nora en la denuncia, dijo en una entrevista para el Diario AR: “El derecho de autor es de las pocas herramientas que tenemos, dentro de nuestra extrema vulnerabilidad en el mundo capitalista, siendo trabajadores-artistas-fotógrafos, para hacer valer nuestros derechos. Es una herramienta para que el circuito cultural sea ecuánime y sustentable, en un mundo donde todo se rige en términos materialistas”. “Los principales beneficiarios de nuestros derechos vulnerados son las grandes corporaciones y las grandes empresas y medios de comunicación”. Esquivel renunció al premio y pidió disculpas a regañadientes.

Artistas

Ante esta “tragedia cultural”, artistas sanrafaelinos levantaron su voz por las redes debido a que se pretendió hacer pasar por propia una obra de otro artista, sin mencionar el origen. Solo cuando quedó en evidencia la situación irregular, se ofreció colocar una placa a modo de aclaratoria. Además, sumaron al reclamo que se violó una ordenanza municipal sobre la colocación de obras de arte en espacios públicos.

Recordamos la ordenanza Nº 5356 del año 1996, que expone lo siguiente:

Art. 1º) El Departamento Ejecutivo Municipal deberá convocar a concurso abierto, toda vez que decida la ejecución y emplazamiento de esculturas y/o pinturas, tanto en espacios verdes como en sitios "estratégicos", en el ejido urbano o distrital. -

Art. 2º) A los fines de seleccionar una obra de arte, se deberá integrar una Comisión, la que estará integrada por 1 (uno) representante del Honorable Concejo Deliberante, 1 (uno) representante del Departamento Ejecutivo, y 3 (tres) representantes de las artes visuales con acreditada trayectoria artística:  Profesores de arte, Diseñadores, Arquitectos, Críticos de Arte, etc.-

Art. 3º) Las obras seleccionadas para emplazamiento urbano deberán proponer conceptos que aporten y expresen valores formales, espaciales o visuales, con los cuales la comunidad se pueda identificar y le sea posible hacer suyos. Estos conceptos son: Identidad, Significado, Legibilidad, Orientación, Diversidad y Sentido Estético. -

A los artistas y a quienes respetan y celebran la creación solo nos queda decir gracias. Un artista es un servidor que nos brinda su universo. A través de su obra nos adentramos en su sentir. Esa es su habilidad. Ellos vencen los obstáculos, nos abren caminos y nos humanizan.

Ese día el mandala desplazó todas las discusiones, trascendentales o no. El señor que paseaba con su perro suspiró y antes de irse dijo: “Los artistas tienen derechos”. Al final de la tarde, solo quedaba ir por la birra.

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