Por Msc. Miriam Macías
Especialista en terapias naturales
La gratitud parece ser el resultado de un sentimiento de estar en deuda con otra persona que prestó algún servicio, ayuda o cuidado en un momento determinado. Sin embargo, si se mira más a fondo, se puede descubrir que la gratitud, se debe a una conciencia de conexión con el Universo. Es por ello, que la gratitud fluye cuando se comprende que se es acogido y sostenido por todo el Universo.
Para empezar a tomar conciencia realmente de cómo se es apoyado y sostenido en todo momento por el Universo, hay que salir del yo y obtener una percepción más equilibrada de la realidad. De esta manera, apreciará más lo que tiene, se preocupará menos por lo no obtenido según las expectativas propias, será más generoso y deseará retribuir una parte de lo recibido.
Para empezar a cultivar la gratitud, hay que ser consciente de los obstáculos que se pueden encontrar en el camino y verlos como oportunidades. Uno de los obstáculos más obvio, es no ver lo que se tiene: un techo bajo el cual cobijarse, una familia con la que se puede compartir momentos buenos y malos, amigos y vecinos que ayudan en momentos determinados. De allí, el dicho popular que expresa “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Así que lo primero que hay que hacer, es empezar a prestar atención a lo que eres y tienes.
Otro obstáculo son las expectativas propias, se espera que funcione el reloj, el carro, que la familia preste su apoyo incondicional. Sin embargo, cuando algo se da por sentado, por un hecho, se tiende a no prestarle atención. En consecuencia, las expectativas propias, deberían funcionar como recordatorios de lo que se debe valorar.
El siguiente obstáculo y, por consiguiente, otra oportunidad para cultivar la gratitud, es pensar que se tienen derechos. La gratitud no surge de forma espontánea si se cree que el barrendero, recoge la basura porque “hace su trabajo”, cuando la realidad es que beneficia a la comunidad con su labor, por la cual se le debe expresar gratitud.
Una práctica formal para cultivar la gratitud, desarrollada en Japón, por un practicante del budismo, es el Naikan, que significa “mirando en el interior”. Este método de autorreflexión induce a la investigación objetiva del yo y su relación con el entorno. Por lo general, se dedican dos horas a reflexionar de manera honesta, sobre la propia vida desde el nacimiento, las relaciones con los padres, los hermanos, la pareja, amigos y demás.
En la medida que la persona se haga consciente de la gratitud, apreciará profundamente toda su vida y todos los regalos que recibe a diario, regalos que siempre estuvieron presentes, pero que no se habían valorado. En conclusión, la persona sabrá que es afortunada, que no está sola, que el Universo la sostiene.