Celeste Derra: «Mis obras más significativas tienen que ver con las minorías»

Por Mayrin Moreno Macías

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―El teatro es un espacio de libertad. Cuando empezamos a hacer teatro, nos sacamos esas máscaras cotidianas. La profe Cele que va al secundario es una cosa, la Cele que está en casa con su compañero es otra, y así. Estamos todo el tiempo con esas máscaras y cuando nos encerramos en el espacio escénico, empiezan a salir, nos desnudamos, nos animamos a cantar, a decir palabras que cotidianamente no diríamos, liberamos la voz y el cuerpo ―dice Celeste Derra.

Ella es profesora de teatro, actriz… ―Y oriunda de Jaime Prats ―expresa con una sonrisa. Es el lugar donde nació, creció, en el que dio sus primeros pasos en la actuación e hizo amigos eternos. Ella también se muestra sin vacilaciones en el camino de la dirección teatral. Actualmente integra Jarilla Teatro, antes La Sudorosa Teatro, junto a Carla Piedrabuena y Pablo Domínguez.  

―El teatro también es cuerpo, mente y alma. Necesitamos las tres cosas juntas. Esa es la presencia genuina, un aquí y ahora. Cuando nuestra cabeza se va en un pensamiento, la traemos con la respiración, cuando nuestra alma está un poco pachucha, la hacemos reír, cuando viene superarriba, buscamos el equilibrio. Por eso necesitamos de la integridad dentro de las posibilidades físicas, culturales, intelectuales. Cada persona es un mundo. Y siempre trabajando desde el respeto con tu cuerpo, sentimientos y emociones.

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Conexión

Un ojo gigante respira en la entrada de su casa. El órgano de papel es azul como su nombre. Quedó ahí después de presentar en 2017 la adaptación teatral del cuento “El corazón delator”.  

―¿Has leído ese cuento? Es de Edgar Allan Poe. Es sobre una obsesión, la culpa, la locura… Pasá, pasá…

Este lugar, en Agustín Álvarez 394, los miércoles de 20 a 21.30 horas se convierte en un templo para iluminar la vida y conectarse con el teatro. Se trata de un taller para adultos en el que a través de juegos, dinámicas grupales y representación de escenas cortas, trabajan la expresión corporal, la activación de la memoria y los sentidos, cuenta.

“Conectate con el Teatro” inició en 2018. Es un taller para esas personas que siempre dicen “Yo quise hacer teatro y no pude”. Celeste explica que la idea de este 2021 es incorporar música, trabajos de la voz y rítmicos junto a su compañero, José Balada, quien es músico. Piensan enriquecer la práctica teatral con conceptos musicales.

―Será un desafío.

Una carcajada y un recuerdo

El ocio dio sus frutos. Cada año Celeste esperaba aquellos tradicionales pesebres y las fiestas de la vendimia de Jaime Prats. Pasaba meses ensayando, aprendía del trabajo en equipo, a confiar en el otro. Pudo representar a cualquier personaje menos el de la Virgen. Una vez hizo de ángel Gabriel.

―Me colocaron un arnés a una soga que cruzaba el techo de la iglesia. Del otro lado tenían una camioneta. Cuando aparecía el ángel Gabriel, se escuchaba aquel ruido y yo me elevaba por el campanario. Todo muy precario. Qué recuerdos ―dice Celeste y suelta una carcajada.

Menciona a Carlos Cubillos, con quien persiguió por primera vez una hormiguita imaginaria, y recuerda que llegó a la ciudad a los 22. Con mucho dolor dejó a su querido Jaime Prats para cumplir con su anhelo de estudiar Teatro. En el Profesorado conoció mucha gente: Pablo Domínguez, Sergio Bianchini y todas sus compañeras. Se sentía como pez en el agua.

Las obras más significativas para Celeste tienen que ver con las minorías y poder mostrar esas realidades que no están presentes, como la exclusión social.  

Nombra “Las Viejas”, que nació cuando arrancó el introductorio de Teatro, con una pequeña escena.

―La seguimos trabajando, después hicimos la obra entera, pedimos los permisos de autor. Vivir la experiencia de esa obra fue maravillosa, viajamos, fue un trabajo de mucha memoria y que nos hizo crecer mucho.

También hizo “Hechos consumados”. Un gran desafío porque actuó de hombre e hicieron todo el proceso creativo en la plaza que está cerca de su casa.

―Muy fuerte, estábamos Nati, Carla, Cristella Chacón, Luis Quiroga y nos dirigió Pablo Domínguez.

Luego hizo “Vacas Gordas” con Ramiro Zalazar, antes de que él se dedicara al cine, y la reestrenó más tarde junto a su compañero con una versión infantil. Después vino “El juego de las mariposas”, escrita y dirigida por Natalia Vincenti, obra con la que obtuvieron el subsidio de producción de obra del INT. Pasó a la comedia con Carla Piedrabuena y empezaron con “La Otra y dos mujeres”, que era un espectáculo de microteatro.

―Con Carla creo que la primera vez que trabajamos juntas fue en un proyecto colectivo de la Vendimia Paralela, que nació como un reclamo por un centro cultural en San Rafael, y a partir de allí, han sido muchos trabajos.

―¿Es importante el vínculo?

―Sí y más para el aprendizaje, para las relaciones grupales, se requiere del cuidado del otre, como dice mi amiga Carla, en todos los sentidos.

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