Por Mayrin Moreno Macías
―El exilio es una cosa muy triste. Hay que vivirlo para entenderlo. Yo pude hacerme guayaquileño en alguna medida, conocerlos, sentir el abrazo, el teatro nuestro andaba por todos los rincones, hicimos más de mil funciones de una obra que era hermosa.
En el 76 Ernesto “el Flaco” Suárez tenía 36 años. Una vez que se dio el golpe militar, no tuvo otra opción que abandonar la Argentina. Su vida y la de los suyos estaban en riesgo. Salió por el fondo de su casa, en Mendoza, con su compañera y su hijita, que tenía un año y medio, como si hubiese asesinado a alguien.
―Como un delincuente ―resalta. Nos buscaban por hacer teatro en la calle, por contar y cantar verdades, por hacer ese humor satírico, crítico.
Como en Chile estaba Pinochet, el Flaco se mueve a Perú y luego a Ecuador. Aunque en ese país también vivían bajo el gobierno de una junta militar, el teatro popular tenía un lugar activo. Ejerció la docencia en escuelas de Quito y además se le presentó la oportunidad para viajar a México. Su familia viajó primero. Él debía juntar la plata para el pasaje. Dio un taller en Guayaquil y de inmediato le ofrecieron quedarse. Tuvo que elegir entre la estabilidad económica que le ofrecía el país azteca o el chalecito, que resultó ser una casita de lata, y comer en un carrito de la mamá de uno de los chicos del grupo, que más tarde se conformó como el elenco El Juglar y que además hizo la obra conocida como “Guayaquil Superstar”.
―Sentí que había vuelto al humilde barrio en el que nací. Al poco tiempo volvió mi familia, me sentí contenido, protegido, entonces dije: «me quedo acá, no voy a México, me quedo porque esta es mi casa».
Regresó a su querida Mendoza en el 85 y hoy, 45 años después del golpe militar, a sus 81 años de edad, este actor, director, escritor e inventor de historias no baja la guardia. Esta semana participó en varias actividades en la ciudad de Mendoza y hoy llega a San Rafael para presentar en el teatro Roma un espectáculo que lo ha acompañado a lo largo de estos años y con el que ha viajado por toda Argentina y América: “Lágrimas y risas”.
―Solo puedo decir que el teatro no va a morir nunca. Mientras haya un payaso, un mimo, alguien que arme un fueguito, alguien que invente una cosa con escenario, sin escenario, con luces, sin luces, con vestuario o sin vestuario, que haga teatro en la calle así sin nada… Yo he ido a muchas escuelas humildes a actuar solo, inventando la historia en el momento. Así lo hice en Perú, en Cuba, en otros lugares de América y luego lo seguí haciendo en Mendoza, cuando volví a mi lugar en el mundo que es este. Sigo acá, haciendo teatro, con los dolores de una persona de 81 años y la memoria que de vez en cuando falla, porque es mi herramienta, es mi fusil, mi rezo, mi vida, mi alegría, mi amor, estar sobre el escenario y ver que la gente se conmueva, ría, llore, aplauda, es hermoso…
COORDENADAS
24.03.21. “Lágrimas y risas”, de Ernesto “el Flaco” Suárez. Teatro Roma. 20.30 horas. La entrada es gratuita.