Por JP Carballo
Profesor de Lengua y Literatura
Fotos: Bautista Franco
A pesar de la nula convocatoria de la seccional departamental del sindicato, cuatro cuadras de docentes autoconvocados hicieron que el delegado de la DGE saliera a dar la cara. ¿Sorpresa?
Nula actividad en las redes, ningún flyer. En las convocatorias difundidas por la conducción provincial del SUTE decía: «Zona Sur: Comunicarse con el secretariado departamental».
Ciertamente no se puede decir que el paro y la movilización de este lunes en San Rafael sea mérito de Membrive y su Frente. El SUTE en San Rafael no existe, eso se puede escuchar en boca de cualquier docente. Y no es una habladuría, es algo tangible. En la marcha no había banderas ni pecheras del SUTE y una docente de primaria se constituyó en oradora espontáneamente, desgarrándose la voz, porque el sindicato no proporcionó equipo ni medios para exteriorizar el reclamo.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Cómo fue que a pesar de los obstáculos, los descuentos y las amenazas del Gobierno, las frustraciones, los desencantos políticos y la voluntad desmovilizadora del sindicato a nivel departamental, el 90% de los docentes de San Rafael hizo paro y fabricó espontáneamente una movilización?
Tal vez la explicación es precisamente que el hartazgo de los docentes no está siendo escuchado. El Gobierno finge, presionado por el Poder Judicial, una paritaria que consta solo de su propuesta original inapelable: ninguna solución a los problemas de infraestructura, doble presentismo, reducción salarial de hecho, una obra social que no funciona, importes en negro. Al no poder acallar las voces, construye un aparato de propaganda financiando medios privados que se dedican a desprestigiar a los trabajadores de la educación, de suerte tal que la única apuesta del Gobierno es la negación…
Aquí comienza a vislumbrarse qué fue lo que pasó en San Rafael. Se volvió imperioso romper la burbuja. Apelotonados frente a la DGE, los docentes exigen que salga el delegado de la DGE, Cunqueiro, que no es más que un cuatro de copas percibiendo un buen sueldo por nada. Pero quieren que salga y escuche y vea, porque saben que dentro de los despachos burocráticos se ha constituido una nueva Versalles, un paraíso monocromático de memos y resoluciones y entrevistas arregladas en los medios de comunicación. Al interior de esas oficinas la pasan bien, usufructuando sus sueldos dolarizados. Pero afuera, quienes realmente se ocupan de la educación, que son mayormente mujeres, están hartas, y por eso le exigen al delegado que salga de su madriguera y vea y escuche.
¿Escuchará el Gobierno? Las declaraciones de los funcionarios ninguneando el impacto de la medida de fuerza no alientan muchas esperanzas. Es preciso entender de una vez por todas que la violencia social se origina precisamente aquí, en estas políticas de destrucción de lo público y en la cerrazón de los que ejercen el poder, en todos los niveles de gobierno.