Por Camilo F. Cacho
Patricia Rivas Morales, además de tener raíces mapuches grabadas en el cuerpo y en el alma, es actriz, escribe desde hace tiempo minificción y es la fundadora del colectivo internacional Minificcionistas Pandémicos.
Para ella, la lectura ha sido un refugio fundamental, sobre todo en la etapa de la dictadura militar, en la que detuvieron y desaparecieron a su padre. Su familia fue amenazada de muerte. Ante esta dolorosa situación, la escritora chilena nos cuenta que como una forma de sanación personal y social creó un registro de acontecimientos que considera no deben quedar impunes.
Además, cree que el Estado chileno posee deudas históricas en cuanto a equidad de género y reeducación afectiva del género masculino.
Para el año que viene pretende continuar en su tarea de brindar clases de escritura creativa de minificciones, formación ciudadana y desarrollo humano.
–¿Cómo llega una actriz, formada en pedagogía teatral, a interesarse por el género de la minificción?
–Escribo desde muy niña. Tuve la suerte de nacer en una familia bastante intelectual por parte de mi madre y, por ende, siempre ha habido una buena biblioteca en su casa. La observaba leer a diario, muy compenetrada, hasta altas horas de la noche, preguntándome qué tenían esos libros; la curiosidad fue lo que me atrajo a descubrirlos. Apenas aprendí a leer, me sumergí en el libro Corazón, de Edmundo de Amicis, el cual aún me emociona recordar (pese a que es bastante machista), continué con El niño que enloqueció de amor, del Premio Nacional de Literatura Eduardo Barrios, el cual me impactó muchísimo dado que era un libro para adultos. Cortázar, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Nicanor Parra, García Márquez, Lorca, Flaubert, Kafka, Sartre, Poe, Lovecraft y muchos otros fueron parte de mis hallazgos infantiles.
La lectura fue un refugio fundamental para mí durante toda la dictadura militar, ya que por causa de la detención y desaparición de mi padre, ex Policía de Investigaciones de Chile y miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), estuve junto a mi familia amenazada de muerte por los agentes de la inteligencia secreta del Estado de Chile. Así también, frente a esta tremenda y dolorosa situación, comprendí desde pequeña que las experiencias en la vida suceden para evolucionar contigo misma y los demás, y que el resguardo fundamental se encuentra dentro de ti.
Paralelamente, siempre quise estudiar Teatro y fui muy reconocida en los escenarios de mi colegio. Sin embargo, por temor al futuro económico, pues no tuve el apoyo necesario, ingresé a estudiar una carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en la cual me iba muy bien, pero no era lo mío. Debido a que era mi propia apoderada, gracias a la beca Rettig con la cual estudié, congelé mi carrera sin avisarle a nadie, posteriormente ingresé a la carrera de Actuación Teatral y logré sacar mi Licenciatura y postítulo. No obstante, sentía que no lograba expresar todo lo que yacía dentro de mí, dado que debía interpretar creaciones de otras personas.
En Chile existe un concurso de microrrelatos llamado “Santiago en 100 palabras” e indagando en los textos de los participantes, me entregué a ser seducida por la minificción. Luego ubiqué a la escritora chilena Pía Barros, quien generosamente me ayudó a corregir mis creaciones y a postular a mi primera Beca de Creación Literaria, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (actual ministerio), con la cual pude financiar mi primer libro de minificciones: Hija bastarda (Editorial Asterión, 2009).
A partir de allí, no me he detenido en escribir y publicar minificción.
–Tus libros de minificciones Hija bastarda, Cof Cough y Transacciones son Patrimonio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. ¿Qué temáticas abordaste en ellos para que sean de interés y parte de este patrimonio?
–Durante mi infancia en dictadura y dada la situación de mi padre, de vulneración de derechos humanos por parte del Estado de Chile, tuve muchas experiencias al respecto, fuera y dentro de mí, las cuales he ido relatando en capítulos de mis libros de minificción como una forma de sanación personal y social, de evidenciar y crear un registro histórico de acontecimientos que sucedieron y que no deben quedar impunes. Una manera de hacer justicia y transformación a través del inconsciente colectivo, que ha quedado inscrita en esta institución.
–Hablando de derechos humanos, como escritora referente de esta temática en tu país, ¿cuál es la deuda pendiente que consideras tiene Chile con los derechos humanos?
–En relación a los crímenes de la dictadura, en mi país no se ha realizado la justicia que corresponde. Los violadores y criminales en derechos humanos circulan libres por las calles, dado que existen PACTOS DE SILENCIO ligados a la corrupción y el poder. Por ende si cae uno, caen todos, como efecto dominó.
Asimismo, poseo sangre mapuche por parte de mi bisabuela materna, por lo que vivencio y comprendo la deuda existente con nuestros pueblos originarios a partir de la colonización de América.
Soy mujer y madre, y el Estado chileno posee deudas históricas en cuanto a la equidad de género, la desvalorización social/generacional machista, así como la necesaria e inminente realización de una política de reeducación afectiva del género masculino.
Igualmente, la morosidad se halla en la abismante inequidad económica, donde los derechos humanos en educación, vivienda digna, salud, prácticamente no existen.
–Eres la creadora del colectivo internacional de escritores Minificcionistas Pandémicos. ¿Cómo surgió esta idea?
–Tiempo antes de la pandemia, tenía ganas de conformar un grupo de minificcionistas en el cual nos enriqueciéramos de manera ecuánime. Durante el encierro a causa de la pandemia de Covid-19, me di el tiempo de reflexionar y observar que las lecturas de minificción en redes sociales estaban tomando mayor fuerza en difusión y recepción lectora. Por ende, me contacté con mi actual amigo y minificcionista chileno Camilo Montecinos G., a quien la idea le pareció genial, por lo que me recomendó a los queridos Camilo F. Cacho de Argentina, Mustapha Handar de Marruecos, José Zelaya de Honduras y Eliana Soza de Bolivia, que a su vez me habló de una inmigrante venezolana en Colombia, la querida Geraudí González. Paralelamente tuve la suerte de realizar vía online un taller de minificción dictado por la querida Natalia Madrueño de México, quien fue muy profesional y ordenada, y me pareció una excelente integrante para nuestro equipo. Asimismo invité al querido Alberto Sánchez de Nicaragua, quien trajo a las queridas Lorena Escudero de España y Melanie Taylor de Panamá. Le escribí a Anais Blues, de la editorial mexicana de minificción La tinta del silencio, quien sugirió a las queridas Karla Barajas, Dina Grijalva y Angélica Santa Olaya, de México. Al querido Coyote, de Colombia, lo conocí en el sitio mexicano “Fóbica Fest”, que nos publicó; leyéndolo me sentí reflejada en la visión social de sus creaciones. A la querida Patricia Martín Rivas de España la conocí personalmente en Chile y al querido Ricardo Calderón Inca de Perú lo invité posteriormente, dado que me pareció sumamente interesante un comentario que realizó en redes sociales sobre el recuento de femicidios en Latinoamérica. A la querida Carmen Tocay de Guatemala la recomendó José Zelaya y a Roberto Armendáriz de Ecuador lo conocí por medio de un amigo de ese país, quien me apoyó estratégica y afectivamente en la gestación de este sueño comunitario minificcional.
He de señalar que sin previa planificación, estamos trabajando en un conjunto diversas temáticas sociales, las cuales hemos ido evidenciando según los aconteceres de nuestras diversas culturas donde nos encontramos.
–Ahora que ya llevan más de ocho meses de conformado el grupo, ¿cómo ha sido tu experiencia como coordinadora de un colectivo a nivel cultural y de idiosincrasia tan heterogéneo y de qué manera influyó en tu proceso creativo la participación en este colectivo?
–Maravillosa y muy enriquecedora, debido a la pluriculturalidad, las diversas propuestas creativas, los valores humanos de construir y aportarnos como grupo, compartiendo a través de la comunicación plasmada en un chat grupal de Whatsapp, que funciona de domingo a domingo, desde nuestro inicio en el mes de abril. Sin duda, una experiencia fructífera en todo ámbito.
–¿Qué proyectos tienes para 2021?
–La verdad es que llevo bastante tiempo trabajando en la creación de mi próximo libro de minificciones, el cual espero sea financiado nuevamente. Si no, lo publicaré de igual forma. Pretendo continuar mis labores en Fomento Lector y seguir brindando clases de escritura creativa de minificciones, formación ciudadana y desarrollo humano, mis áreas.