Una noche con Lourdes Zuazo y la Bersuit

Por Ernesto J. Navarro (*)

 

A inicios de la primera década del siglo conocí a Lourdes Zuazo en Caracas. 

Coincidimos en la sala de redacción de Telesur, en medio de la efervescencia de la juventud y del periodismo latinoamericanista. 

No es exagerado decir que congeniamos casi de inmediato y hasta la fecha hemos sido amigos, con las peripecias propias de la distancia que existe entre Venezuela y Argentina.

De nuestra amistad atesoro intactas varias anécdotas, pero una en particular. 

 

***

 

Una noche, era jueves, me estaba tomando unas cervezas en el Cordon Bleu (que esos años era el refugio de la fauna a la pertenecíamos). Yo estaba acomodado en la barra, a un lado de la puerta de entrada. Ninguno de mis compañeros de trabajo había querido ir porque al día siguiente había que ir al canal.

De pronto, empieza a entrar una larga fila de hombres. Creí reconocer a alguno, pero no estuve seguro. En medio de la fila apareció «Peekee» Figueroa, que me hizo un gesto cómplice. El último hombre de esa fila era nada menos que Gustavo «el Pelado» Cordera. 

Cuando pasó a mi lado, yo reaccioné tomándolo del brazo y él, a su vez, reaccionó haciendo un gesto de desagradable sorpresa. Lo solté de inmediato y le pregunté: «Eres Gustavo, ¿cierto? El tipo cambió de onda y me dijo. «Sí, che. Invitame una cerveza. acabo de llegar a Caracas».

Él siguió a la mesa donde estaba mi amigo Peekee y el resto de la Bersuit Vergarabat. Pedí dos cervezas y mientras pagaba envié mensajes de celular a varios de los argentinos que trabajaban en Telesur. Solo Lourdes me respondió y llamó de inmediato:

–Luli, no me lo vas a creer, la Bersuit está aquí, en el Cordon. Voy a tomarme una birra con el Pelado –le dije casi a los gritos.

A esa hora (11 de la noche más o menos) Lourdes estaba dormida, ya que llegaba al canal a las 4 am. Pero aún así se incorporó.

–Vos hacé algo para que no se vayan. Tomo un taxi y llego en unos 30 minutos.

Fue una linda noche.

 

***

 

Todo esto viene a cuento porque hace unos días me encontré en internet con el enlace a una entrevista que el maestro Víctor Hugo Morales le hizo a Lourdes.

En ella cuenta, por primera vez, su epopeya para tener a su hijo.

Escuché esa entrevista al filo de la respiración. Para mí, fueron unos minutos en los que debí sostener el aliento,  también las lágrimas. No había conocido nada de esta historia, hasta que ella misma quiso compartirla. 

Es jodidamente hermosa la perspectiva que los años y la distancia le dan a una amistad transfronteriza.

Yo admiro a Luli y este cuento introductorio, más que un halago fácil a la amiga, es más bien un pequeño homenaje. Mi homenaje.

Acá la entrevista.

 


(*) Periodista, poeta y cronista venezolano. Ganador del Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” 2015

Anuncio publicitario