Por Carolina Elwart
Paloma Campi siente que unirse al club de lectura «Ese primer libro» le ha cambiado la forma de relacionarse con la escritura. La escuela nos ha democratizado la escritura, convirtiéndonos en la la comunidad más lectora y escritora de la historia de la humanidad, pero aún así nos sigue negando la escritura como voz autorizada para entendernos. Escribir para la escuela pero tan pocas veces para mirarnos hacia adentro.
«Fue una forma de salir de mi zona de confort que ahora me ayuda a liberar todo lo que pasa por mi mente y ordenar el torbellino de emociones y sensaciones que voy viviendo día a día y especialmente ahora, que con la gente del club de lectura escribimos con el propósito de ayudar a los y las que más lo necesitan».
Escriben, reflexionan, se leen, se llaman, se comunican en la era de la comunicación, pero tan metidos cada uno en su burbuja. Brindo por ese club de lectura que explotó la cápsula del aislamiento de la escritura.
Sin título
Estoy atrapada, cada vez hay menos aire para respirar.
Escucho voces desde afuera que me hablan y me dicen qué hacer.
El cuerpo en el que habito hace todo lo que piden, pero no es lo que quiero, no es lo que queremos.
Necesito salir pero no me lo permite.
-Dale, por favor, dejame salir, todo va a estar bien.
Me cuesta respirar pero no voy a parar hasta lograrlo.
-Dale, confía en mí, dejame salir.
Escucho un ruido muy molesto, cada vez se hace más fuerte.
La desesperación hace que trepe y trepe pero de repente me paraliza una luz blanca.
Ya casi lo consigo, comienzo a respirar.
Salgo.
Veo un cuerpo recostado, sin vida, creo que lo reconozco.