Por Carolina Elwart
Victoria García siente que la escritura la ayuda a ordenar los pensamientos y a expresarse. Cuando la leí recordé esa técnica narrativa que tanto explotó Joyce y que nos ayuda a narrar la conciencia de los personajes sin puntos ni comas. El pensamiento es esa masa uniforme que nos lleva en continuas divagaciones que parecieran no tener nunca un fin ni un principio. Ordenar el pensamiento pareciera la necesidad de reconocernos en ellos. El querido Freud se dio cuenta de la necesidad de ordenar nuestros relatos para decir lo inasible, eso oculto que guardamos en el lugar donde nadie nos sigue, nuestra mente.
En estos tiempos de pandemia, ordenar los pensamientos parece lo más sano que podemos hacer. Victoria ocupa las 24 letras del alfabeto en múltiples combinaciones para entenderse y también entender(nos).
La participación en el club de lectura de la profesora Julieta Rabino también le ayudó a entender que hay muchas personas que necesitan no solo de las letras, sino también de alimentarse. Ellos hicieron un libro a mano, ese libro pasa a las manos de quienes quieran leer lo que escriben estos adolescentes actuales y a cambio piden mercadería para ayudar a merenderos y comedores. Ordenar el pensamiento es también acción fuera de él, pienso mientras cierro estas líneas.
Mi lugar
Una melodía empieza a sonar
Y en mi cabeza retumbar
Escucho la lluvia caer
Mientras pienso en volver.
Volver a ese lugar
Donde iba a disfrutar.
Sintiendo el agua en mis pies
Y el sol en mi piel.
Volver a escuchar esa melodía
De los pájaros cantar
Y junto a mi familia jugar.
Pensando en la paz
Que me transmite ese lugar.
Pero en cambio estoy acá
Encerrada una vez más.
Siento las nubes llorar
Sin poder parar.
Siento mi alma gritar
Sin poder escapar.
Estoy acá
Con el deseo de volver una vez más
A ese hermoso lugar.