Por Bautista Franco
Jorge Luis Borges fue comunista. O casi. El escritor argentino que hizo entrar al país a las más grandes ligas de la literatura sintió admiración hacia la Revolución Rusa en la flor de su juventud. Para el Octubre Rojo de los bolcheviques, mientras Lenin y Trotsky rompían los frentes de guerra en la antigua Rusia zarista, Borges, que tenía 18 años, les escribía poemas desde la distancia.
Su viraje hacia planteos de derecha fue en alza de manera creciente. Se ganó el desprecio de los lectores de izquierdas y progresistas que, dolidos, veían su calidad junto a su apoyo a los golpes militares. Para después de 1950, cuando aparecían asomos demócratas de la mano de Perón en Argentina y otros presidencialismos latinoamericanos, y se sucedían revoluciones comunistas sin cesar en el mundo, el debate social y político estaba en su cenit. Allí Borges eligió apoyar otras formas de gobierno.
En 1980, en una entrevista en la televisión argentina, un Borges balbuceante declara: “Qué raro pesar que la Revolución Rusa haya concluido en el imperialismo ruso, en el zarismo. Que aquella que fue una gran esperanza de fraternidad, de paz, haya vuelto otra vez al zarismo (…) En el año 1918 yo era partidario de la Revolución Rusa. Yo pensaba: ahora tenemos un mundo sin fronteras, un mundo de paz, un mundo de justicia social. Ahora tenemos un imperio muy parecido al de los zares o idéntico y más eficaz y no menos ambicioso”.
Rusia
La trinchera avanzada es en la estepa un barco al abordaje
con gallardetes de hurras
mediodías estallan en los ojos
Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres
y el sol crucificado en los ponientes
se pluraliza en la vocinglería
de las torres del Kremlin
El mar vendrá nadando a esos ejércitos
que envolverán sus torso
en todas las praderas del continente
En el cuerno salvaje de un arco iris
clamaremos su gesta
bayonetas
que portan en la punta las mañanass.
Jorge Luis Borges
Publicado en Revista Grecia (1920)