Por Celeste Napoleón
(N° 4 de la serie “Como la common people”)
Ahora que releo el mito de Medea, y textos afines, en medio del insomnio producido por ese acontecer poco magnífico que llamamos en Cuyo «sueño cambiado», pronunciado con una débil «d» y usado en frases como «Es que ando con el sueño cambiado»… Bueno, decía, ahora que releo Medea, puedo entender de lo que principalmente habla. Medea está rodeada de gente, la nodriza, el pedagogo, los niñitos, etcétera, pero así y todo está sola… SOLA y lejos de su casa, y lejos de la ecuanimidad.
Hay mucha gente allá afuera que está rodeada de gente, y buscando todo el tiempo gente y más gente, pero en el fondo muy en el fondo, está sola, muy sola…
Nos pasa a todxs, en esos momentos en que se abren los ojos para ver el voraz individualismo que nos consume y entonces nos cae la ficha… También en momentos en que hay un camino que no es de todxs y solo de unx, esa tarea que nadie más que vos puede hacer… Hay mucha gente alrededor y solo vos podes hacer lo que tenés que hacer… Los escenarios cambian, a veces el escenario es un velorio, otras veces la inmobiliaria, la oficina de tu trabajo, el juzgado, la policía, el comedor… Solo vos y tu decisión… o esa acción que no podes dejar de hacer… vos y nadie más.
Solxs rodeadxs de gente… qué irónica es la vida.
La juntadera de la no juntadera.
Nos vemos para no vernos.
Nos escuchamos para no oírnos.
Nos recordamos para olvidarnos.
Cada cual con su celular, cada cual con sus chats y grupos… Celulares de lado a lado, celulares de lado a lado, parabrisas limpiaparabrisas, parabrisas limpiaparabrisas… Hasta me parece escuchar esa tonta canción pegadiza, pero los vidrios se me empañan.