Por Mayrin Moreno Macías
Que el ciclo menstrual deje de ser tabú. Que como mujeres nos entendamos desde lo colectivo. Que dejemos de exigir o controlar para que todos los días sean iguales. Sí, es difícil. Sin embargo, Paula Alejandra Gómez sabe que integrar lo físico desde lo sutil que nos conforma es un constante aprendizaje. Une tres actividades esenciales: la alimentación saludable, salud menstrual y constelaciones familiares. “Conocer nuestro ciclo menstrual-ovulatorio y qué está sucediendo en nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones nos predispone a lo cotidiano desde otro lugar”, dice.
Desde este viernes 18 de septiembre y cada luna nueva se realizará la clase mensual “Yoga para la ciclicidad uterina” en Casa Lunar –ubicada en Colón 140–, con el acompañamiento de Cintia Gutiérrez y Paula Gómez. “No es necesario participar en todos los encuentros. Esta es una propuesta para conectar con la energía disponible del cuerpo en luna nueva y experimentar la energía uterina de forma amable, realizando posturas de yoga respetuosas para nuestros órganos internos y conversando sobre el ciclo menstrual y sus poderes. Es con cupo limitado y respetando los protocolos de limpieza y utilización del espacio”, dice Paula.
Ella también es cocreadora de un proyecto que se llama “Conociendo mi Luna”, en el que generan contenido educativo, realizan círculos de mujeres para compartir saberes, acompañando primeras menstruaciones, y sobre todo ese primer encuentro con el cuerpo cíclico, qué hacer o dónde buscar este lenguaje del cuerpo y cómo utilizarlo para nuestro bienestar. La semana próxima comienzan una serie de encuentros virtuales por el Instagram @conociendomiluna sobre “Mitos y Menstruación”, junto a Julieta Rodríguez.
Cuerpo, sangrado, mente y emociones
Desde que inició la cuarentena, Paula se ha dedicado exclusivamente a salud y educación menstrual, porque “al estar encerrados, el encuentro con el cuerpo ha sido inevitable”. Dice que hay “muchas personas cuestionándose o empezando a ver qué le pasa al cuerpo y qué le genera este encierro. Muchos ciclos menstruales alterados, mucha transición a productos ecológicos para la gestión menstrual, muchas personas acompañando menarquias (primera menstruación) y queriendo hacerlo de forma respetuosa, son algunas de las cosas que ha traído esta pandemia y la verdad que eso sí me entusiasma”.
Paula explica que cuando empezamos a conectar con nuestro cuerpo, lo primero que se rompe es un mandato de linealidad, de regla. “El ‘tener que estar siempre igual’ se desarma para dejar entrar a lo cíclico, y dentro de esta ciclicidad hay muchas posibilidades. Empezar a entender qué hay más allá del sangrado menstrual y cómo gestionamos todas esas posibilidades es la riqueza de este autoconocimiento. Empezamos a conocer el propio lenguaje del cuerpo, de la mente, de las emociones, de cómo se manifiestan estas energías hacia dentro y en contacto con los demás. Y cuando ya llevamos registrándonos un tiempo, empezamos a cuestionar un montón de otras estructuras que no aplican a nuestra individualidad. ¿Tiene que durar mi ciclo 28 días? ¿Sé cómo se ve y qué le gusta a mi vulva? ¿Tiene que doler mi menstruación, qué me duele? ¿Qué efecto tiene en mi cuerpo el anticonceptivo que elijo? ¿Estoy indispuesta para qué o para quién?”, explica.
–¿Cómo ha sido tu recorrido como educadora menstrual?
–Mi recorrido empezó desde la curiosidad y el cuestionarme qué pasaba en mi cuerpo y cómo transitaba estos cambios. Desde ahí también busco acompañar. Desde el cuestionar y encontrarme con otras mujeres y personas con vulva, poder generar espacios donde se pueda hablar de lo que atraviesa a la vulva. Quizá un primer encuentro desde lo físico y el registro de la menstruación, pero luego también fue hilar cada vez más fino. Encontrar lo histórico, lo cultural, lo político, lo económico y lo sexual que atraviesa a esas vulvas e ir cuestionando y resignificando los procesos sexuales, cómo los vivimos y cómo educamos y acompañamos estos procesos. Es a la par de estas mujeres que se generan proyectos y más espacios de encuentro. Al mismo tiempo, sabernos en red.
Su formación como orientadora en constelaciones familiares en las consultas ligadas al ciclo menstrual le permite ahondar desde diferentes lugares y hacer un acompañamiento integral. “Una parte más teórica y fisiológica de lo que sucede al cuerpo a lo largo del ciclo y una parte más práctica desde la alimentación, constelaciones, visualizaciones… Muchas veces detrás de lo que a simple vista se ve, hay mucha información para trabajar y siento que mi intención es que la persona encuentre un lugar de mayor fuerza para atravesar cualquier proceso”.