Por Mayrin Moreno Macías
La inquietud de dos cuentistas es ayudar a otros a descubrirse creativos. “Que a partir de ese descubrimiento elijan si quieren avanzar por algún camino literario donde compartir todo aquello que por años brotó de lo más íntimo y la persona decidió ponerlo en palabras escritas para conmover o quizás, en definitiva, para sentir que cuando no esté más, alguien se lance a la aventura de descubrir aquellas palabras que quedaron como legado y que darán cuenta de que el paso de esa persona en el mundo tuvo sentido. Con eso, la misión de nuestro taller está cumplida”, coinciden Camilo Cacho y Claudia Pussetto, quienes se fusionan en el taller de escritura creativa para principiantes “Herramientas para escribir, desde las emociones”. Serán 16 clases online, individuales, semanales y con mucho material para leer y ejercitar.
Ambos concuerdan en que el placer que produce el momento de escribir es liberador. “Uno desmenuza una idea, le da vueltas, la siente ir y venir. Y cuando se detiene frente al teclado o al papel, pierde la noción del tiempo y del espacio. A veces lo que aparece es arrollador, otras veces es apenas una brisa. Pero siempre nos sentimos en la necesidad de ponerlo en palabras, expresándolo en forma verbal, y cuando no lo logramos, de una manera más íntima, escribiendo. Después viene la corrección, la reescritura, el oficio, que también se disfruta, aunque desde otro lugar más reposado”, respondieron a cuatro manos.
–¿Cuáles son los beneficios de escribir desde las emociones?
–Desde niños nos adiestraron para que las emociones se controlen y, de ser posible, se oculten. Pero ellas van haciendo presión hasta que un día se hace necesario aflojar esa válvula. Escribir es una forma de dejarlas salir, observarlas, apropiarnos de ellas. Al armar el taller, nos pareció que utilizar ese proceso para introducirnos en la escritura creativa era una buena idea. En todo caso, fue el proceso que cada uno de nosotros hizo en sus comienzos.
–¿Dónde se esconde la creatividad?
–Es interesante la idea de que se esconde. Si prestamos atención a los niños, vemos que en sus juegos son creativos. Y que nosotros vamos poniéndolos en moldes preconcebidos, necesitamos que encajen. Y ellos van olvidando esa creatividad innata. Nosotros tenemos caminos diferentes en el reencuentro con nuestra creatividad, pero, en un punto de la búsqueda, dimos con gente que nos ayudó. Talleres donde las ideas de los otros nos despertaron nuevas ideas, donde las críticas nos ayudaron a mejorar, donde fuimos encontrando nuestra voz.
Camilo y Claudia saben que la escritura es una herramienta terapéutica: «Nuestra experiencia es que hay que dar el primer paso, siempre el más difícil, porque después, a fuerza de trabajar y practicar, lo superamos. Entonces, aunque parezca obvio, el miedo se pierde escribiendo, enfrentándonos cara a cara a todo aquello que quiere salir».