“¡¿Qué es la verga, Nerón?!”

Por Ernesto J. Navarro (*)

 

Nerito, así le decían para diferenciarlo de Nerio, su padre. Se volvió una celebridad entre los vecinos del pueblo desde el día en que contó que se iría a pasar vacaciones a los “yunai estéi”.

Un tío residenciado en Texas ofreció llevarlo por tres meses. La mayoría no había viajado a más de 30 kilómetros del pueblo, así que el viaje de Nerito resultó un notición.

Los amigos más cercanos comenzaron a hacerle encomiendas imposibles, que Nerito fue anotando en una libreta:

-El autógrafo de Koyak.

-Una botella de whisky, de las que beben los detectives de las películas.

-Dos loncheras con la cara del hombre increíble.

-Cualquier foto de Marilyn Monroe.

-Muñecos de nieve.

-Un sombrero gris como el de Sinatra.

-Una franela de esas que dicen: “I Love Texas”.

 

El día antes de la partida, la mitad del pueblo estuvo para despedir al viajero, para desearle buena fortuna.

 

***

 

Los tres meses, que duraron las vacaciones de Nerito, fueron el tema de conversación del pueblo. En el bar, en la panadería y hasta antes de entrar a la misa, se hablaba de lo mismo.

Así que la familia de Nerito organizó una fiesta para recibirlo, y no pudieron negar a nadie la presencia. Todos querían verlo volver. Algunos, en particular, querían saber si en sus maletas venían los encargos.

***

 

Nerito descendió del taxi que casi no podía avanzar a causa del gentío que se instaló en la calle, con sus propias sillas. Saludó como un político, mientras los más jodedores gritaban: “Ne-ri-to, Ne-ri-to, Ne-ri-to”.

Después de los abrazos a su familia, muchos querían escucharlo, preguntarle cómo eran los ´yunai estei´, pero fue imposible. Luego de tres meses en aquel país, Nerito ya no hablaba español. Daba la impresión de entender las preguntas, pero no atinaba a responder en cristiano.

“Nerito, ¿cómo es la nieve?”, preguntó uno de sus amigos del liceo. “Oh, you know, you know…”, respondió el viajero. “¿Viste algún artista de cine?”, indagó otro.
“Mmmmm, nobody important…”, dijo, desconcertando más a los presentes. “Ah verga, ¿qué coño te pasa?”, le reclamaron, pero Nerito sudaba tratando de pronunciar palabras que ya no sabía y masculló un “what the fuck!!!”.

Para librarse del embrollo que amenazaba con echar a perder la fiesta de bienvenida, se llevó las manos al pene para tratar de explicar con ese gesto que necesitaba orinar. Los amigos le dijeron: “Marico, andá para atrás de la mata de mango”.

Pareció entender porque caminó en dirección al fondo de la casa. Se secó el sudor de la frente, abrió las piernas, bajó el cierre del pantalón, sacó su pene, cerró los ojos mientras exhalaba con placer: “aaahhhhhhh”.

De pronto, Nerón, el dóberman que estaba amarrado a la mata de mango y que no reconoció el olor de Nerito, le saltó encima ladrando como furia.

Nerito brincó hacia atrás, mientras recuperaba su lengua materna en un grito: “¡¿Qué es la verga, Nerón?!”.

Nerito3

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(*) Periodista, poeta y cronista venezolano. Ganador del Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” 2015 

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