Por Bautista Franco
Facundo no está en casa. No está en la televisión. Los medios no quieren sacarlo. Berni se sienta a hablar de logros con Juanita Viale y la seguridad se confunde con la represión y sale en la TV. Cristina, la madre de Facundo, revuelve la basura en busca de su hijo.
Nora Cortiñas pide la renuncia del ministro de Seguridad bonaerense, pero para los medios no pasa nada. Muchas organizaciones se suman, otras no.
Las implicancias profundas del caso desnudan una trama que va mucho más allá. La Policía, que fue mostrada como elemento para reforzar la cuarentena, se estableció como una forma de Estado. Así, en breve se avanzó con decenas de denuncias sobre este aparato. La página de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) hace de esto un conteo sistemático desde hace años. En los primeros 90 días esta organización registró 12 casos de «gatillo fácil» y 50 denuncias de violencia y abuso policial en todo el país, una cuenta solo tentativa que crece y crece.
Facundo salió de su casa y nunca llegó a destino. Tres testigos dicen que lo detuvieron en la siesta. Una mujer policía dice que lo llevó hasta el retén donde se lo ve por última vez, que lo ayudó y que no tenía documento. La Policía dice que en la mañana solo lo pararon y se fue caminando, que tenía documento. A los familiares les dijeron en la comisaría que seguro estaba en casa de la novia. El comisario que tuvieran cuidado. El fiscal no hizo nada y finalmente renunció. Cristina, la madre de Facundo, sigue buscando entre la basura. Berni come en la mesa de Mirtha.
La ausencia de Facundo trasciende por fuera de los medios hegemónicos gracias a las redes. La denuncia no solo toma fuerza por la campaña impulsada por su familia, sino porque el intento de encubrir las responsabilidades del Estado indigna a miles.
Esa indignación convive con las ausencias de pronunciamientos de muchos: de unos porque daña su imagen, de otros porque creen que está bien matar a todos los pibes, que Chocobar es un héroe. Al final la diferencia radica solo en discursos. Los muertos están ahí, ausentes y a la vista de todos. Y a los desaparecidos, nos enseñó Cortiñas, se los busca.