Por Miriam Macías
Especialista en terapias naturales
Así como la mente humana permite que una persona desarrolle su propia forma de ser, el sistema inmunológico provee un concepto propio de biología, al mantener su propio sistema de circulación en los vasos linfáticos, que abarcan todos los órganos excepto el cerebro. Los vasos linfáticos contienen un líquido claro y espeso llamado linfa, rico en glóbulos blancos. Al respecto expresa Luzardo, L (2012): “Está constituido por glóbulos blancos, los cuales se comportan como un ejército organizado, con facultades especiales; así, pueden pasar en “fila india” a través de los capilares más pequeños del cuerpo para alcanzar al enemigo: virus, bacterias, hongos o parásitos”. De esta manera, los centinelas del cuerpo son los macrófagos, los neutrófilos, los linfocitos B y T y las células natural killer.
El sistema inmunológico también cuenta con áreas especiales como los ganglios linfáticos, las amígdalas, la médula ósea, el bazo, el hígado, los pulmones, el apéndice y las glándulas de Peyer del intestino delgado, en las que es posible reclutar, movilizar y desplegar linfocitos hacia zonas específicas como parte de la respuesta inmune. Es posible ver funcionar este sistema cuando una herida o infección en la yema de un dedo produce la inflamación de un ganglio linfático en el codo o cuando una infección en la garganta inflama los ganglios linfáticos que se encuentran bajo la barbilla (Manual Merck de información médica general).
El sistema inmunológico tiene como función eliminar la materia extraña y combatir los gérmenes para ayudar a evitar enfermedades que van desde un resfriado hasta el cáncer. Su papel en la eliminación de toxinas es muy importante. Hay dos tipos de líquidos que circulan por el cuerpo: sangre y linfa. A veces al sistema linfático se le llama el “otro” sistema circulatorio del cuerpo. De hecho, nuestro cuerpo tiene dos veces más vasos linfáticos que vasos sanguíneos, pero mientras el sistema circulatorio tiene el corazón para bombear la sangre, el sistema linfático no tiene ningún sistema de bombeo. Por ello se hace necesario fortalecerlo mediante el consumo de una alimentación sana, la práctica del ejercicio regular, dormir lo suficiente, además de controlar el estrés y las emociones negativas tales como la ira, el miedo y la tristeza.
En relación a la alimentación sana, se considera que el 80% del sistema inmunológico depende de un intestino saludable, explica la Dra. Yufang Lin del Center for Integrative Medicine en Cleveland Clinic que “cuando no lo está, nuestro sistema inmunológico es más débil y menos capaz de combatir una infección”. En general, se recomienda una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros, nueces, almendras, pescados grasos, yogurt y aceite de oliva. En especial alimentos ricos en Betacarotenos y Vitamina A (hojas verdes y frutas), vitamina C (naranja, mandarina, pomelo, limón, frutilla, arándano, kiwi, pimentón, brócoli), Vitamina D (pescados como atún blanco, salmón, caballa, trucha, merluza, yema de huevo, repollo, coliflor, cereales integrales y Sol), zinc (almendras, nueces, maní, semillas de calabaza, espinacas, lechuga), ajo, romero, orégano, jengibre, cúrcuma.
Otro aspecto importante para el mantenimiento del sistema inmunológico es el ejercicio. Al respecto afirma el Dr. Mark Moyad Director de medicina preventiva y alternativa del Centro Medico de la University of Michigan, que el ejercicio hace que los anticuerpos y los glóbulos blancos del cuerpo circulen con mayor rapidez, lo que significa que pueden detectar y concentrarse en los virus más rápidamente. Además disminuyen las hormonas del estrés (Adrenalina y Cortisona), reduciendo las posibilidades de contraer enfermedades. Se recomienda hacer ejercicios vigoroso o moderado de 30 a 60 minutos diarios por lo menos cinco días a la semana.
El sueño es otro refuerzo natural del sistema inmunológico. El sistema inmunológico es como tu computadora: necesita momentos de descanso para no recalentarse, explica Moyad. Cuando se está privado del sueño, el cuerpo produce hormonas de estrés como el cortisol, para mantenerte despierto y alerta, lo que puede suprimir el sistema inmunológico. Las personas que duermen 8 horas por las noches, tiene niveles más altos de células T que las que duermen menos.
Las emociones se deben controlar mediante la canalización positiva de las mismas, ya que el lado positivo del miedo sirve para ponernos en alerta ante una amenaza, sin embargo, no debemos paralizarnos por temor y bloquear nuestras metas; la rabia debe servir para darnos coraje y poner límites, pero no debe transformarse en resentimiento y odio; la tristeza se debe expresar mediante el llanto, haciendo catarsis con la escritura, con la reflexión, con la meditación. Las emociones bien canalizadas ayudan a fortalecer nuestro Sistema Inmunológico.