Por Reinaldo González
“Les pido a todos ustedes, amigos míos, quienes pelearon incansablemente en nuestras filas, marcar este 30 de junio de 1960 como una fecha ilustre que quedará por siempre grabada en sus corazones, una fecha cuyo significado le explicarán orgullosamente a sus hijos, para que ellos en su momento les puedan contar a sus nietos y bisnietos la gloriosa historia de nuestra lucha por la libertad”.
Comenzaba así Lumumba su discurso durante la proclamación de la independencia del Congo, una semana después de haber sido electo primer ministro y a solo dos días de cumplir 35 años de edad.
“Mañana, tarde y noche éramos sometidos a burlas, insultos y golpes porque éramos ‘negros’. ¿Quién podrá olvidar que el negro era tratado como ‘tú’ no porque fuera un amigo, sino porque el respetuoso ‘usted’ estaba reservado para el hombre blanco?”.
Patrice Émery había nacido el 2 de julio de 1925 en el Katako-Kombe del entonces Congo belga. Luego de ser empleado de oficina de una compañía minera belga y periodista en varios periódicos de las muy belgas ciudades Léopoldville (hoy Kinshasa) y Stanleyville (Kisangani), recibe su carta de matriculado, es decir, la aprobación que daba la administración belga a los negros “que se portaban bien”.
“¿Quién podrá olvidar los tiroteos que mataron a tantos de nuestros hermanos, o las celdas en las que eran arrojados sin piedad aquellos que no estaban dispuestos a someterse por más tiempo al régimen de injusticia, opresión y explotación usado por los colonialistas como herramienta de su dominación?”.
Lumumba crea en 1958 el Movimiento Nacional Congolés y el 5 de octubre de ese año, durante la Conferencia Panafricana de Accra, reivindica ante más 10.000 personas la independencia de su país, que Bélgica concede tras dos años de sangrienta lucha política.
“Nosotros, que fuimos elegidos por los votos de sus representantes, representantes del pueblo para guiar a nuestra tierra natal, nosotros, que hemos sufrido en cuerpo y alma la opresión colonial, nosotros les decimos que de ahora en adelante todo eso está terminado”.
Ante pronunciamientos de militares leales al imperio belga, Lumumba decreta la africanización del Ejército. Disturbios generalizados y masacres generan una crisis de gobernabilidad que es aprovechada por EEUU y Bélgica para escindir las provincias mineras de Katanga y Kasai del Sur. Lumumba pide apoyo a la Unión Soviética y la ONU envía sus tropas, pero el 14 de septiembre de 1960 el Ejército congolés da un golpe de Estado.
“Incluso Bélgica, que finalmente ha entendido la lección de la Historia y no necesita oponerse más a nuestra independencia, está preparada para darnos su ayuda y amistad…”.
Lumumba recibe arresto domiciliario, pero huye poco tiempo después. El presidente de EEUU, Dwight D. Eisenhower, encomienda al agente de la CIA Frank Carlucci eliminar al negro. El 17 de enero de 1961, luego de semanas de tortura, es atado a un árbol y acribillado por un mercenario belga, ante la mirada de la oficialidad congoleña y sus asesores belgas y norteamericanos.
El cuerpo de Lumumba fue despedazado y disuelto en ácido sulfúrico. Es lo que le pasa a los negros “que no se portan bien”.