Macondo es ese pueblo mágico donde transcurre una de las obras más maravillosas del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Sus habitantes padecieron una cuarentena debido a una epidemia: la peste del insomnio, que les impedía dormir y además eclipsaba progresivamente sus recuerdos.
A los forasteros que llegaban al pueblo se les colocaba una campanita para que los enfermos supieran que estaban sanos y no se les permitía probar la comida ni la bebida porque estaban contaminadas por la enfermedad. De a poco el pueblo fue retomando su ritmo hasta que apareció el gitano Melquíades con un brebaje para curarlos a todos.
José Arcadio extendió a todo el pueblo el método que había ideado Aureliano para no olvidar: “Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola. Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita”.
Ayer se cumplieron 100 días de cuarentena y todavía no aparece un Melquíades. En el mundo hay más de 9,9 millones de personas contagiadas. Argentina cuenta con 57.744 casos confirmados y 1.217 personas fallecidas. En la Ciudad de Mendoza los casos van en aumento y se han confirmado 155, mientras en San Rafael y el Sur de Mendoza desde el 15 de abril no se registran casos positivos.