Por Mayrin Moreno Macías
“Cada persona tiene lo suyo y me encanta. Cada persona es hermose y tiene que saberlo y entenderlo. Me gustaría que cada quien al despertar se mire al espejo y se sienta orgullose de sí misme. De ser lo que es, que sus curvas están bien, que su boca ancha está bien, que sus dientes, su pelo, todo, hasta la punta del dedo, está bien”, dice Ailín Sánchez mientras Eros (el perro de su mamá) pide desesperadamente que lo cargue en la plaza San Martín.
Ailín no tenía trabajo y la palabra autogestión le hizo ruido, así que esta cuarentena creó “Sietë”: un nombre fácil de recordar, un emprendimiento de aros, llaveros y próximamente lentes y otras cositas, pero con un concepto potente: mostrar distintos cuerpos, rostros y vivencias para visibilizar la diversidad que nos rodea día a día.
“Vivimos tiempos jodidos. Esto de la cuarentena y la pandemia palpó un montón de cosas que nadie tocaba. Chocamos con una pared. Fue un autoconocimiento obligatorio. Disfrutar la soledad sin necesidad de que nos perjudiquen estereotipos, conceptos de belleza de cómo ser interna y físicamente, porque siempre andamos mostrando una imagen que no es. Y también hubo tiempo para la creatividad. Al vivir en un sistema capitalista, quienes somos jóvenes, chicas trans, de la clase obrera, tenemos que manejarnos distinto que, por ejemplo, un chabón de una empresa. Me pregunté: ¿puedo militar a través de esto?, ¿se puede escuchar mi palabra? Así que largué esto de los aros. No solo es un producto, es mostrar a alguien gorde, con pelos en las axilas, trans… Sietë fue creado para que te descubras, te empoderes y uses libremente los accesorios que desees”, dice.
Hay tribales, moscas, cuchillos, rayos, púas, amor y escorpiones. Ailín comenta que ha habido gente que le pregunta sobre el llavero Anti Pakis Social Club. –¿Paki? ¡Ah!, milico –le dicen, y Ailín contesta: –Paki dentro de la comunidad LGBTIQ+ se refiere a las personas hetero que nos corrompe, que nos violenta, que nos discrimina, que nos quieren hacer la vida imposible”.
Somos disidencia
Cuenta que desde chica, para encajar, debía llenar un formulario. ¿Delgada?, no; ¿alta?; no, ¿rubia?, no… Eso la hacía sentir totalmente limitada, con vendas en el cuerpo y la mente, hasta que las rompió y dijo: “Somos disidencia”. “En San Rafael, por ejemplo, la comunidad LGBTIQ+ no se muestra, es demasiado heteronormativo y eso limita un montón. Si todes se van de acá, quién va a cambiar las cosas, tenemos que mostrar que somos muches y que no estamos escondides por miedo. Llegó la hora de cambiar eso. Como jóvenes también debemos dar nuestros pasitos”.
Hace unos días publicó un post en su Facebook:
Con todo el tema de la cuarentena estuve leyendo un montón de comentarios, chistes, memes y videos con respecto a la gordura. A volver o ser «gordo».
Les sale por los poros el miedo y el rechazo a un cuerpo.
Tanto te da miedo tener un cuerpo como el mío? Hasta qué punto llegas en observar cuerpos y pensar, decir o juzgar? Nunca notaste esos pensamientos? Al mirarte en el espejo y decir «estoy gordx, nadie me va a querer» porque si, ser gordx para este sistema es sinónimo de soledad, de falta de amor, de que si no encontrás a alguien por ser gordx vas a vivir marginadx.
Olvidas todo lo que está pasando la Tierra, te olvidas de quienes están allá afuera siendo víctimas del sistema como vos.
No te afecta porque tenés un techo, estas en tu cama, tenés comida y agua, estás resguardx de todo esto.
Privilegio.
Abrí los ojos…
(Extracto)
–¿Cómo te sientes con tu cuerpo?
–Siempre son como etapas. Durante mi infancia viví ese bullying por ser más robusta a las demás chicas y de no tener un cuerpo hegemónico: basado en ese concepto de belleza que te implanta el capitalismo, ser hetero, rubia, flaca, alta, espigada, raza pura, inglesa, jajaja. Hace dos años descubrí que hay más gente que piensa igual que yo y ahí conocí el activismo gorde. Hay un montón de personas que si bien son robustas, aman su cuerpo y lo demuestran mediante charlas, modelaje, libros y más. Esto me hizo reflexionar: ¿Me gusta mi cuerpo?, sí. ¿Y por qué está mal? ¿Por qué me tengo que limitar y enfermar mi cabeza con tanta ansiedad, ser anoréxique? ¿Por qué esa injusticia de corrompernos tanto y no ser conscientes de nuestro cuerpo, cuidarnos, amarnos, y saber que esto lo vamos a tener hasta morir?
–Hay algunos que critican la gordura no por lo estético sino por salud. ¿Cuál es tu posición?
–Ser consciente pero no limitarse. La obesidad mórbida es una enfermedad, pero también hay personas que nacieron anchas, y te dicen que es obesidad, obesidad…
A sus 20 años, el feminismo también le cambió la cabeza por completo. Para Ailín, han sido cuatro años de aprendizaje y golpes. “Es demasiado heavy saber que están matando a las mujeres a diario, que hay pibas que no tienen una vida digna, mujeres trans que no pueden trabajar o cumplir sus sueños de ser maestra o lo que quieran ser, es demasiado chocante”, dice, y agrega: “Por algún lado el sistema nos corrompe a todes. Por eso milito. Para vivir. También pasa que a las mujeres nos toman como un producto sexual, una vez íntimamente un chabón me dijo que yo era su fantasía, por ser gorde. ‘¿Y por qué soy tu fantasía?’, le pregunté, y respondió: ‘Porque no sé, nunca he estado con alguien que sea como vos…’ Y fue como eso, qué te pasa, yo no quiero ser tu fantasía…”.